Querido y apreciado lector, me siento muy feliz de saludarte en esta nueva publicación. Hoy platicaremos de nuevo de la póliza de hogar, cuya gran cobertura funciona como una bolsa de aire financiera en varios momentos de la vida familiar.
Imagina que tienes la gran fortuna de ser asesorado por un agente de seguros que, después de presentarte excelentes argumentos, logra convencerte de adquirir una protección, por lo que pagas y mantienes vigente una póliza. Varios meses más tarde, durante las apacibles vacaciones de Semana Santa, tus hijos juegan en el jardín de la casa y tú preparas una parrillada de mariscos y pescados, que acompañarás con algunas cervezas bien frías porque el calor es algo fuerte y el momento lo amerita. Las horas transcurren sin más preocupación que el cuidar el carbón y el punto de cocción de los alimentos, pero de pronto la tranquilidad se rompe de manera inesperada. El touchdown que abre la bolsa de aire llega.
La afición por el futbol americano en tu familia se nota. Tus hijos se encuentran practicando algunos pases largos, es decir, haciendo algo sano y adecuado, pero ocurre algo inesperado: al hacer un lanzamiento, el balón choca con unos cables del sistema de iluminación del jardín, provocando que estos se columpien, lo que a su vez ocasiona que una lámpara, que iluminaba la vía pública, se desprenda de lo alto del poste y se proyecte hacia el suelo. Al mismo tiempo, un vecino hace su aparición, conduciendo un auto nuevo, en cuyo parabrisas se estrella la lámpara desprendida. Debido al susto, el conductor pisa violentamente el freno. En seguida, la computadora de la unidad detecta una situación de emergencia y dispara las bolsas de aire frontales de la unidad.
El desconcertado y golpeado vecino baja del auto y busca una explicación lógica para lo que acaba de ocurrir. Tus hijos están mudos, pero los testigos que observaron la secuencia de hechos informan al conductor afectado. La tranquilidad se desvanece. Tus hijos llegan asustados a comunicarte lo ocurrido. El vecino enojado exige verte.
Cuando el ajustador de la aseguradora de la unidad afectada arriba al lugar y escucha la descripción de los hechos, rechaza el siniestro porque los daños materiales no fueron consecuencia de una colisión o un vuelco y procede a dar un presupuesto de las afectaciones que sufrió la unidad. Por el parabrisas, las bolsas de aire, los elementos a reemplazar y la mano de obra, el monto total es de 120 mil pesos.
El estrés se eleva al punto más alto, pero justo en el peor momento recuerdas que tu agente de seguros te ofreció y vendió una póliza de seguro de hogar, que decía algo de daños a terceros y vecinos. Así que de inmediato te pones en comunicación con tu asesor y le explicas la situación que estás viviendo en ese momento. Él, con una sensación de tranquilidad, te indica que la cobertura de RC familiar no solo te protege a ti, sino también a tu esposa, tus hijos menores de 25 años, tus mascotas y tus trabajadores domésticos, en caso de causar una afectación en los bienes o las personas de un tercero.
Como tus hijos no rebasan los 16 años y tu vecino es un tercero, el siniestro está cubierto. La póliza, cuya prima era de 8500 pesos, dispone de una suma asegurada de 5 millones de pesos y adecuadamente responde a la reclamación de 120 mil, por lo que solo debes pagar un deducible del 10% de este monto, pues la mayoría de estos instrumentos opera así.
En todo momento, la póliza de hogar es una bolsa de aire financiera para una familia. ¿No crees?
