Planes educativos

Planes educativos para jóvenes que no quieren estudiar

Elizabeth Ortiz / contacto@linzsurance.com

“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo” decía Nelson Mandela. Sin embargo, en los últimos años se ha incrementado de forma significativa el abandono escolar, el cual se presenta cuando los estudios dejan de ser una prioridad para las y los alumnos debido a factores externos y a la urgencia de satisfacer otro tipo de necesidades, sobre todo económicas. Ante esta problemática, el mercado asegurador ha diseñado una amplia oferta de seguros educativos para que los padres solventen los gastos correspondientes a la educación superior de sus hijos. Desafortunadamente, el fracaso escolar y la falta de motivación son dos de los motivos que más preocupan a las familias, pues encontrarse con adolescentes que no quieren estudiar es cada vez más frecuente en nuestra sociedad; sin embargo, estas jóvenes personas también pueden beneficiarse de las pólizas que la industria aseguradora ofrece.

Estudiar siempre supone enfrentarse a las propias limitaciones, por lo que el proceso puede ser muy frustrante, pues generalmente se nos da muy bien una materia y sufrimos con otra. Además, los y las adolescentes son conscientes de que, mientras siguen estudiando, dependen de sus padres y deben dar cuentas a estos de lo que hacen, lo cual no les gusta, pues recordemos que la juventud se caracteriza por la necesidad de independencia. Sumado a esto, un porcentaje importante de estudiantes considera que los contenidos escolares no son útiles y están alejados de sus intereses cotidianos, lo cual es muy grave porque la motivación escolar tiene dos grandes componentes: la creencia que se tiene sobre la propia competencia –por ejemplo, “puedo hacerlo” o “no soy un buen estudiante”– y la expectativa de provecho de la tarea –la respuesta que se da a la pregunta “¿me será útil estudiar o esforzarme?”–. Por si esto fuera poco, el actual mundo líquido, interconectado y cambiante ofrece estímulos y satisfacciones inmediatas, que rivalizan con el estudio y la construcción del conocimiento académico, cuyas recompensas se obtienen a largo plazo.

Por otro lado, aunque la falta de motivación de las chicas y los chicos a menudo está ligada a la poca claridad o ausencia absoluta de los objetivos académicos y laborales que los empujen a seguir estudiando, en la mayoría de los casos también está íntimamente ligada a mensajes o etiquetas frecuentes que afectan negativamente su autoestima, como “no sirves para estudiar” o “no vales lo suficiente”. Estos hábitos destructivos se deben erradicar. No encajar en el sistema educativo actual, que sigue ceñido principalmente por las competencias lingüísticas y matemáticas, no significa carecer de aptitudes para obtener un futuro académico o laboral. Nuestra misión como agentes de seguros es concientizar a los padres de que no todas las vías para garantizar un futuro consisten en pasar por el bachillerato y la universidad, pues ahora hay un sinfín de salidas profesionales válidas y útiles; señalarles la importancia de mostrar a sus hijos un apoyo incondicional, y explicarles cómo la adquisición de uno o varios productos de seguros constituye una excelente estrategia para ayudar a sus seres queridos a ajustar y alcanzar las metas que se fijen más adelante.

Existen planes educativos cuya suma asegurada se paga cuando el beneficiario cumple quince, dieciocho o veintidós años y puede ser cobrada por la madre o el padre al final del plazo. Esto resulta de gran utilidad para facilitar la importante labor de acompañamiento en una importante y difícil etapa de la vida de nuestras hijas e hijos.

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