Raúl Carlón Campillo / Director general, Tranquilidad y Proyección / tranquilidadyproyeccion@gmail.com
El retiro es, ha sido y seguirá siendo un asunto que conjunta tres P: político, polémico y preocupante. Desde luego, hay otros aspectos que rodean la realidad del retiro de las personas, pero podemos englobarlos en alguna de las tres P mencionadas y explicadas a continuación.
Político
En 1997, el gobierno intentó aliviar las críticas finanzas del IMSS ante las obligaciones de pago de jubilaciones por un modelo de reparto que, en su historia, nunca creó reservas que permitieran enfrentar el envejecimiento de la población. La realidad demográfica invirtió las variables del “muchos ponen y pocos cobran” por el de “muchos cobran y pocos ponen”, por lo que la Ley de julio de 1997 dejó como responsable de su propia jubilación a cada trabajador. Nunca, desde su creación en 1943, ni el IMSS ni otras instancias públicas, privadas, familiares, académicas o religiosas trabajaron lo suficiente para desarrollar la cultura del retiro por los medios propios de la población.
Polémico
La discusión reside en culpar a alguien por la falta de responsabilidad de la población y en decidir cómo invertir los más de 5 billones de pesos existentes en los fondos para el retiro administrados por las afores, donde casi la mitad son rendimientos ganados en los 25 años del modelo.
La decisión de usarlos para los “proyectos del bienestar” genera confrontaciones en la tribuna política y alarma en la económica y social de un país que en breve tendrá 30 millones de personas que seguirán necesitando el subsidio del Estado para jubilarse, porque los saldos son insuficientes para comprar, cuando menos, una pensión mínima en una aseguradora de rentas vitalicias. El trabajador no participa en la elección de las inversiones que se hacen con el dinero de su cuenta porque no conoce del tema, no ha sido considerado para esas decisiones y solo aporta el 1.125% de su salario base de cotización (SBC) para la subcuenta de Retiro, Cesantía y Vejez (RCV) de su cuenta individual. En ahorro voluntario, el dinero existente no llega al 4% del total administrado.
Preocupante
Mientras los jubilados por la Ley del 73, analistas y comentaristas expresan la preocupación de lo que cobrarán los trabajadores de la Ley del 97 cuando les toque jubilarse, estos muestran una actitud ligera y hasta abúlica en las decisiones que deben tomar para construir su realidad futura.
El sector asegurador, por su parte, promueve planes de pólizas de vida para comprar o construir un capital, que por disposición de la Ley del ISR gozan de algún beneficio fiscal (exención, diferimiento o deducción), centrando los argumentos en ello más que en la preocupante realidad de lo que significará jubilarse con el poco capital construido.
El Estado con las “pensiones del bienestar” incrementa su carga social sin estrategias de fondeo y el gobierno que quede deberá pagar las “obligaciones”. Responsabilizar al patrón, incrementando cuatro veces la cuota que paga por RCV, aumentará el costo de bienes y servicios, lo cual generará inflación.
La primera generación de jubilados por la Ley del 97 dará una dura lección. Me pregunto en qué momento responsabilizaremos al trabajador de su propia jubilación cuando a él no se le incrementó la cuota de RCV en su cuenta individual y cuando las estrategias de comercialización de los planes personales de retiro (PPR) se centran, en la mayoría de los casos, en resaltar los beneficios fiscales dentro de un país con un 53% de su economía en manos informales.
