Planes de ahorro y vida

Fragmentos de vida Trascendencia y legado

Juan Carlos Eugenio Tavera Carrillo / Subdirector de Reaseguro, Seguros B×+ juan.tavera@segurosvepormas.com

Creo que en cualquier momento de nuestra vida es importante detenernos y preguntarnos cuál será nuestro legado, de qué manera vamos a trascender y qué dejaremos como herencia.

El aspecto económico es relativamente fácil de resolver con nuestros activos y un buen seguro. La clave es transferir los bienes de la forma más fácil y menos onerosa para quien o quienes los recibirán. No debemos olvidar que este punto exige resolver también la educación pendiente de nuestros herederos, para que tengan la oportunidad de enfrentar la vida con una buena educación.

El segundo aspecto, sobre el cual quiero meditar con quien lea este artículo, es el legado que nos permitirá trascender. Para reflexionar acerca de ello, debo abordar la muerte, un tema sobre el que nadie desea pensar o hablar, aunque es inevitable que un día llegue a cada uno de nosotros. Por supuesto, deseo que ese día sea lejano y Dios nos permita seguir gozando de las familias, las amistades y las bendiciones que nos brinda a diario la vida.

Cuando llega la muerte, un doctor determina que el cerebro ha dejado de funcionar y el corazón dejó de latir, por lo cual todos los intentos y propósitos de reanimar el cuerpo son en vano, pues la vida ha terminado. Cuando esto ocurre, los seres queridos no deberían colocar vida artificial en la persona con el uso de máquinas y no deberían llamar a la cama un lecho de muerte, sino uno de vida transformada, despidiendo al ser amado con una sonrisa y permitiendo que su cuerpo ayude a otros. Pienso que lo mejor sería la donación de órganos para que otras personas vivan en plenitud.

Heredemos los ojos a quien nunca ha visto un amanecer, la cara de un niño, el inmenso mar con una luna sobre el firmamento, la rosa con una gota de rocío o la mirada de una mujer enamorada. Heredemos el corazón a quien lo requiera para vivir. Heredemos la sangre a quien ha sufrido un accidente, lucha en la plancha de un quirófano o requiere una transfusión porque su médula no funciona. Heredemos los riñones a quienes dependen de una máquina para limpiar su sangre. Heredemos los huesos, músculos y nervios para que con ellos camine, corra y ría una persona. Quizás en el futuro los médicos consigan explorar cada rincón del cerebro y cultivar sus células para que algún día un niño mudo grite al golpe de un bate, una niña ciega vea la lluvia por la ventana y una mujer sorda escuche la canción con que la recuerdan.

Después de que ese ser querido impulse esto con la donación de sus órganos, quememos lo que quede de su cuerpo y esparzamos las cenizas al viento, para ayudar a las flores a crecer, o al mar, para que la humanidad siga disfrutando de las playas.

Si se debe enterrar algo de nuestros restos, que sean las faltas, las debilidades y los prejuicios en contra de los seres que algún día lastimamos, para que nos recuerden con una sonrisa. Con nuestro legado sabremos que la vida valió la pena y el camino recorrido nos parecerá satisfactorio.

¡Carpe diem! Hagan que sus vidas sean extraordinarias ahora y en cada momento. El pasado es historia, el futuro incierto y el presente un regalo. Hoy es el primer día del resto de nuestras vidas.

Deja un comentario