Historia y desafíos
Laura Islas y Adrián Palacios
Entrevistamos a José Antonio Argüelles, quien inició su carrera en el sector afianzador a los 17 años, en 1980. Teniendo más de cuatro décadas de experiencia y siendo actualmente bróker de fianzas, nos compartió una valiosa mirada histórica sobre cómo ha evolucionado su sector en México.
Cuando José comenzó su trayectoria, el enfoque principal de las fianzas era el ámbito judicial: la fianza penal, la libertad condicional y otras figuras del sistema legal predominaban. Antonio trabajaba con Afianzadora Insurgentes, la cual tenía una oficina en la antigua prisión de Lecumberri, que aún se encontraba en operación. Nuestro entrevistado habló de productos que hoy suenan muy lejanos, como las fianzas que tramitaban los carteros para garantizar la entrega segura del correo postal o las pequeñas garantías requeridas para la importación de mercancías. En aquellos tiempos, el uso de las fianzas era muy específico y limitado.
Argüelles destacó que, hasta la década de los ochenta, cerca del 90 % del mercado de fianzas se concentraba en el sector público y que, en los últimos cinco años, esta proporción ha cambiado radicalmente: ahora el 50 % del mercado corresponde al sector privado. Esta transformación refleja no solo una mayor diversificación en los tipos de fianzas, sino también un cambio profundo en su propósito: hoy son una herramienta clave en múltiples sectores económicos y van más allá del ámbito judicial. También conversamos con José sobre los retos pasados y presentes del mercado. De acuerdo con él, antes uno de los mayores obstáculos era la comunicación: no existía internet y era difícil contactar al beneficiario o difundir la información relevante. Hoy, con un solo clic, se puede contratar una fianza, así que el desafío es diferente: combatir la venta de productos que aparentan ser fianzas, pero no lo son; los contratos con letras pequeñas, y los esquemas fuera del marco legal que no garantizan el cumplimiento de la obligación. Para Antonio, el gran reto es eliminar la percepción negativa que existe sobre las fianzas, así como el sector asegurador trabaja para desterrar la idea de que “los seguros no pagan”. El especialista explicó que, aunque existen distintos perfiles de agentes de fianzas, cada uno con su propia visión del negocio, todos deben pasar por procesos de formación y certificación; comprender temas clave, como contratos, estados financieros y la ley contra el lavado de dinero, y contar con la capacidad de realizar una preselección adecuada, ya que se trata de garantizar el cumplimiento de contratos, lo cual implica una gran responsabilidad.
Argüelles fue claro al señalar que muchas empresas han quebrado por una mala suscripción. “Yo no afianzo al diablo, aunque me ofrezca una excelente garantía. Para mí, el diablo no es sujeto de afianzamiento, aunque me deje una fianza líquida”, afirmó con contundencia. Luego explicó que, aunque una persona física o moral tenga un historial impecable y presente buenos números, esto no siempre garantiza un resultado exitoso. Agregó con firmeza: “El agente de fianzas y de seguros debe jugar el papel de un administrador de riesgos externo”.
En cuanto al futuro del seguro de fianzas en México, José Antonio Argüelles visualiza un camino interesante: probablemente se integre a programas más amplios de análisis de riesgo en las empresas y llegue a convertirse en una especie de carta de presentación de las compañías mexicanas frente a los mercados internacionales.
