Ricardo Ocádiz / Socio director de AARCO Tecámac ricardo.ocadiz@aarco.com.mx
La primera ola de autos chinos en México ocurrió hace 17 años, en 2007, cuando Grupo Salinas trajo la marca FAW a través de Elektra. Aquel momento parecía el inicio de una era: vehículos accesibles, producción prometida en México y un plan de expansión agresivo pero el proyecto no resultó: los modelos ofrecían mínimos estándares de seguridad y la red de servicio fue insuficiente. En 2009 la aventura terminó abruptamente, dejando a unos 5 000 clientes sin refacciones ni talleres. Esa incursión fue punta de lanza de lo que más tarde sucedería.
En 2016 llegó BAIC con mejor planeación, incluso ensamblando el modelo X25 en Veracruz al año siguiente, pero su presencia se quedó entre azul y buenas noches: con cierta visibilidad y sin consolidarse en un mercado cada vez más competitivo.
Para 2017 comenzó la verdadera expansión. Poco a poco se abrieron camino con propuestas mejor equipadas, atractivas en diseño y sobre todo más económicas ante la competencia. Muchas supieron capitalizar la coyuntura de la pandemia, cuando las cadenas de suministro globales se vieron interrumpidas (2020-2021), y lograron avanzar gracias a sus alianzas tecnológicas internacionales —basta recordar la integración de Geely con Volvo o la influencia de los fabricantes chinos en las marcas europeas— mejorando su ingeniería y percepción.
También hubo marcas que llegaron sin gloria y se retiraron de manera discreta, confirmando que no todas estaban preparadas para un mercado tan exigente. Hoy la lista de opciones es abrumadora: MG, BYD, BAIC, JAC, Skywell, Geely, Changan, Dongfeng, FAW, Great Wall Motors (GWM), Haval, Foton, Sinotruk y Omoda, entre otras.
El mercado atraviesa un cambio importante: el consumidor exige tecnología, diseño, calidad, seguridad y eficiencia, pero a pesar de las mejoras, las marcas chinas aún se perciben como clones o copias económicas. Es importante subrayar que no todas lo son: en muchos casos, los fabricantes han elevado sus estándares de seguridad, desarrollando tecnología propia y apostado por el diseño como un diferenciador real. El gigante oriental está demostrando que su oferta es cada vez más irresistible frente a un consumidor que busca el mejor valor por su dinero.
Ángulo del seguro: desafíos reales y retos muy claros:
1. Diversidad de marcas y pocos centros de reparación propios. La mayoría depende de talleres multimarca, algunos certificados. La red es limitada.
2. Desabasto de refacciones y largos tiempos de espera. Las piezas de colisión — faro, calavera y fascia— tardan meses en llegar al depender de la importación directa desde China.
3. Desconocimiento del sistema. Muchos clientes e incluso agentes no entienden cómo operan estas marcas, pero el problema es logístico, no de autorización.
Algunas aseguradoras han empezado a informar mejor a los agentes mediante sesiones de capacitación. Mi propuesta personal para funcionarios de siniestros ha sido clara: automatizar una carta informativa para los clientes que compran unidades armadas en China o con refacciones importadas, explicando tres puntos: los tiempos de espera; la responsabilidad compartida entre la armadora y la aseguradora, y el verdadero papel de la compañía de seguros. Dicha carta debería expedirse desde el momento en que se emite la póliza y adjuntarse de forma automática a la impresión en PDF de la misma para que el cliente tenga claridad total desde el inicio sobre el proceso y las posibles implicaciones en caso de siniestro.
Antes, las agencias compraban un stock de piezas para tenerlas listas. Hoy, debido a los altos costos y la incertidumbre, eso se ha vuelto inviable. Por ello, urge ajustar las expectativas y mejorar la comunicación.
Conclusión
El sector asegurador mexicano enfrenta un desafío enorme ante la ola de autos chinos. Para algunos consumidores son una gran oportunidad; para otros, una laguna de dudas. Al final, el mercado chino llegó para quedarse con aquellas marcas que se adapten al mercado mexicano, se tropicalicen de acuerdo con las necesidades para sostener un servicio posventa eficiente en un país con un gran potencial, pero con retos complejos.
México será un laboratorio clave para medir qué tan lejos puede llegar este gigante automotriz con consumidores cada vez más informados y exigentes, quienes tendrán la última palabra.
