Laura Islas y Adrián Palacios
Javier Ernesto Jácome de la Guardia, gerente comercial de Smart Insurance Group y técnico en fianzas con 20 años de trayectoria en el sector de seguros y fianzas, conversó con nosotros sobre ciertas particularidades culturales y operativas del mercado afianzador panameño.
En Panamá, no existe una separación formal entre el negocio de seguros y el de fianzas, así que las aseguradoras suelen operar ambos. La falta de división implica que, al hablar de reafianzamiento, también se haga referencia al reaseguro.
En Panamá, se acostumbra exigir una fianza del 50 % del monto del contrato y otorgar un anticipo del 25 % de dicho valor. En México, la práctica común es que las fianzas equivalgan solo al 10 % del contrato.
En cuanto al manejo de las reclamaciones, en Panamá solo se cobra el monto restante para completar el proyecto, mientras que en otros países se suele reclamar el 100 % del valor del contrato, sin tomar en cuenta el avance real de la obra.
Javier señala que el proceso de suscripción no ha cambiado demasiado, ya que la fianza no es un seguro, sino un documento legal que respalda la capacidad financiera del afianzado. La clave, por tanto, es evaluar si el cliente tiene los recursos y la experiencia para llevar a cabo el proyecto. “No es lo mismo un contratista de casas que uno de rascacielos o de carreteras”, comenta. Por eso, si una empresa que construye viviendas quiere incursionar en obra pública vial, el análisis de la suficiencia de su experiencia técnica y financiera es fundamental. Respecto al rol del bróker, nuestro entrevistado destaca un cambio importante en las últimas dos décadas: la atención al cliente se ha vuelto una
prioridad. “Antes se veía al consumidor como un número más, sobre todo en las compañías grandes, donde era fácil perderlo por la falta de seguimiento”, explica. Hoy el enfoque es brindar una atención personalizada y mantener una relación cercana, para conservar a los clientes bien posicionados.
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