Ajustes, Daños e Indemnizaciones

Tú decides: ¿empezar desde cero o con un seguro tras una noche en llamas?

Laura Edith Islas Yáñez Directora general, Revista Siniestro

Imagínate que tu casa está en proceso de construcción o remodelación y que el sitio donde tanto almacenas tus cosas como trabajas se incendia mientras sales a despejarte por unos pocos minutos. ¿Qué harías? En entrevista, Silvia Salas nos platicó sobre cómo su hija vivió esta situación. Entérate de todo aquí.

Cuando decides construir una casa, no sabes en cuánto tiempo te la entregarán. Como el contrato del lugar que rentaba la hija de nuestra entrevistada estaba por expirar y no sabía por cuántos meses más necesitaba alquilar el espacio, aceptó el hospedaje ofrecido por sus padres. Rosita, la mamá de Silvia Salas, se había ido a vivir a una residencia para no estar sola durante la pandemia, así que la hija de Silvia guardó muchos de sus bienes en casa de su abuela, incluyendo sus instrumentos de trabajo, ya que labora como diseñadora gráfica independiente. Esta casa está enfrente de la de Silvia, en Cuernavaca.

El miércoles 16 de febrero, mientras la joven y su esposo trabajaban en casa de la abuela, su pequeña de cinco años expresó el deseo de salir porque estaba aburrida, así que decidieron llevarla junto con su hermana a un lugar cercano para distraerse un rato. Una vez que llegaron en automóvil a su destino, la diseñadora habló por teléfono con Silvia, para comentarle que ya le habían dado el presupuesto de la cocina. Mientras esto sucedía, el papá de la joven se enteró, a través de un grupo de la colonia, de que una casa se estaba quemando, por lo que preguntó si su hija, nietas y yerno se encontraban bien, lo cual Silvia confirmó, pues en ese momento no sabían que algo ocurría. Apenas acababa de finalizar la conversación entre madre e hija, cuando el jardinero de la familia, avisado por otro de una casa vecina, informó del incendio a la diseñadora. Ella y su familia de inmediato se dirigieron hacia el lugar y en menos de tres minutos llegaron al domicilio. La joven dio angustiada la mala noticia a Silvia.

Nuestra entrevistada no sabía si la casa siniestrada era la suya o la de su mamá, así que le dijo a Gerardo, su esposo, que se irían de inmediato a Cuernavaca. Por supuesto, el trayecto fue desesperante, ya que habían salido de la CDMX alrededor de las siete de la noche; el tráfico en Tlalpan estaba casi detenido; su hija y yerno habían dejado a las niñas dentro del automóvil, a dos calles del incendio, en videollamada con Silvia, para rescatar a sus perros; los bomberos todavía no llegaban, ya que su central se encuentra en Averanda, a casi 30 minutos de la casa, pues esta se localiza en la entrada a Cuernavaca; había problemas de señal; las pequeñas no dejaban de llorar, aunque Silvia trataba de tranquilizarlas, y los perros rescatados estaban sumamente calientes y aterrados.

Gracias a la rápida intervención del jardinero que sacó una manguera, se expuso y corrió hacia la parte de atrás de la casa para intentar aminorar el fuego que ya empezaba a salirse de la propiedad y estaba a punto de quemar el árbol de un vecino y alcanzar el tanque de gas de una vecina, no hubo afectaciones a terceros.

No se supo qué ocasionó el incendio. Aunque se piensa que los bomberos sí identificaron la causa, porque su capitán se puso a la defensiva y evasivo cuando se le pidió el informe de hechos que solicitaba la aseguradora Mapfre. Él puso muchos pretextos, creyendo que se le exigía declarar el origen del siniestro, y hasta realizó acusaciones falsas, asumiendo que el yerno de Silvia quería quedarse con el dinero del seguro, puesto que él no era el dueño de la propiedad. Cabe mencionar que se había tramitado una carta poder para no molestar a la señora Rosita, quien tiene 85 años de edad, pero al final tuvieron que llevarla para comprobar que decían la verdad. El día que la llevaron, el capitán no estaba, así que la señora les pidió a los bomberos que se tomaran una fotografía con ella para ver si así su capitán hacía lo que se le pedía desde hace más de tres semanas.

El ajustador se presentó al día siguiente del reporte y tardó tres horas en evaluar los daños, lo que tenía preocupada a la familia porque el yerno de Silvia había sufrido covid y necesitado oxígeno dos semanas antes, por lo que todavía estaba débil. Después, la familia tuvo contacto con el jefe de ajustadores por vía remota, pero tuvo dudas en cuanto al proceso, porque durante varios días no se le permitió mover cosas. Para conseguir la autorización de la aseguradora, se requirió la intervención del agente de seguros. La mayor preocupación era el olor de los restos orgánicos de alimentos y la invasión de animales que eran atraídos por este.

La póliza de la casa tuvo un costo de 7000 pesos y la suma asegurada era de 120 mil para contenidos y de 1 millón 200 mil para el edificio. La protección contemplaba los bienes de la señora Rosita, pero no los de la diseñadora, así que hubo pérdidas materiales enormes e irremediables que incluyeron máquinas de trabajo y electrodomésticos nuevos, los cuales representan al menos 800 mil pesos. Sin embargo, la familia agradeció tanto la solidaridad de muchas personas como no haber tenido pérdidas humanas o caninas que lamentar ni haber ocasionado daños a terceros ni verse obligada a levantar un acta en el Ministerio Público.

Mapfre pagará, además de 70 mil pesos por la cobertura de remoción de escombros y la suma correspondiente a los bienes de la señora Rosita, alrededor de 760 mil pesos por el edificio, ya que la estructura de la casa no resultó dañada. Silvia explica que, así como su mamá, muchos asegurados no suelen entender que, aunque la póliza indique cierto valor para el edificio, la indemnización no necesariamente equivale al mismo, ya que todo depende del daño real sufrido. En este caso, a pesar de todo, los muros y techos se conservaron, por lo que la casa se encontraba en obra gris y no necesitaba una reconstrucción total, sino especialmente detalles estéticos. Por ninguna de las coberturas del seguro de casa habitación se tuvo que pagar deducible.

ANA, por su parte, pagó alrededor de 30 mil pesos por los daños de una camioneta quemada, que al final quedó como nueva. Silvia explica que, aunque la gente suele asociar la protección de los vehículos exclusivamente con los choques, la cobertura de daños materiales incluye, entre otras cosas, incendios y caída de árboles. El ajustador entendió perfectamente cómo sucedieron los hechos y aplicó sin problemas el seguro con el deducible correspondiente de 5000 pesos.

Este siniestro es muy reciente, así que Silvia y su esposo han permanecido la mayor cantidad de tiempo posible en Cuernavaca para ayudar a su hija, nietas y yerno. Deseamos que esta familia pronto logre recuperarse del incidente y te recomendamos asegurar tu hogar cuanto antes, pues ninguna casa está libre de riesgos y la póliza para protegerla es muy barata.

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