Ajustes, Daños e Indemnizaciones

Protege a tus perrhijos y gathijos con la póliza de hogar

¡Hola! Si tu familia tiene entre sus integrantes al menos un grandioso perro o gato, debes leer estas líneas para comprender cómo puede ayudarle tu seguro de casa habitación.

Al ser dueño de uno de esos grandiosos seres, te vuelves responsable de los daños que cause a los demás, sin importar que sean vecinos o personas que vayan a tu hogar en calidad de visitas, proveedores o prestadores de servicios.

Por ejemplo, aunque tu perrito no sea bravo, si es muy juguetón y ladra de alegría cuando alguien llega a casa, sus expresiones de cariño podrían causar temor o incluso terror en muchas personas, entre las cuales se encuentra el señor que te surte el agua. Imagina que este proveedor ingresa a tu casa y trae cargando dos garrafones de aproximadamente 21 kilos cada uno y que tu perrito, al recibirlo con mucho entusiasmo, le provoca un fuerte susto, la pérdida del equilibrio, una estrepitosa caída y la fractura del brazo izquierdo, pues con este la persona sostuvo su propio peso y trató de contener el desplome de los garrafones. Aunque el animalito no tenía malas intenciones y jamás le ha hecho mal a nadie, el accidente ha ocurrido. Ningún argumento hará que el señor se recupere de la fractura de manera inmediata. Así que tú, por ser dueño del perrito, eres responsable de las curaciones y los tratamientos necesarios para que el afectado recupere por completo su salud.

Para pagar los perjuicios ocasionados, es posible utilizar la cobertura de responsabilidad civil familiar de la póliza de hogar, que ampara al contratante, su cónyuge, los hijos menores de 15 años, los trabajadores domésticos, los ascendentes en línea directa (padres del contratante o su cónyuge) que habiten en la casa y las mascotas (perros y gatos). Es importante que comprendas que muchos de estos gastos se pagan por reembolso, pues la compañía solo liquidará de manera directa la atención médica a un hospital de su red si la lesión es muy grave y amerita hospitalización o cirugía (instalación de clavos, tornillos y placas).

En el escenario anterior había una persona lesionada, pero los daños también pueden ser materiales. Imagínate que, durante una tarde o noche de juegos, tu travieso perrito labrador utiliza como mordedera las fascias y los plásticos de las cantoneras que se encuentran en los salpicaderos del auto híbrido de tu vecino y que este, al darse cuenta de ello, llama a su compañía aseguradora para cuantificar los daños. Las afectaciones a la unidad suman varios miles de pesos. Al ser tú el dueño del animalito, eres responsable de los daños que ha causado.

Los perritos no son los únicos que pueden ponerte en aprietos, pues también los gatos tienen comportamientos o hábitos inocentes que podrían causar un daño. Imagínate que tu minino quiere afilar sus uñas, así que se pone a arañar la bolsa Coach, que cuesta varios miles de pesos, de la mamá del compañero de escuela de tu hijo, que está de visita en casa.

Por supuesto, existen reglas que debes cumplir para que se active la cobertura. Por ejemplo, presentar la cartilla de vacunación de tu mascota, que deberá estar actualizada, pues servirá como evidencia de que es tuya y la cuidas. Si llevas a tu perrito en la vía pública, además de recoger sus desechos, debes llevarlo con una correa y una pechera adecuadas, ya que este es un requisito establecido en las condiciones generales para activar la protección en caso de que cause lesiones o sea atropellado.

Los perrhijos y gathijos son otra razón más para que todos tengamos un seguro de hogar. ¿No lo crees? Te espero en la siguiente edición.

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