Ajustes, Daños e Indemnizaciones

Riesgos fuera de este mundo

Lyndsay Garnica / Mayday Consultoría Internacional / Lgarnica@maydayintl.com

Octubre es mi mes favorito. En honor a su aura sombría, me apeteció dedicar este espacio a los riesgos espaciales, los cuales me generan terror desde pequeña y, quizá por la complejidad existente en su predicción y cuantificación, son muy poco comentados en el sector asegurador.

Los riesgos espaciales son considerados cisnes negros porque es poco probable que sucedan, pero en caso de acontecer tendrían consecuencias catastróficas. A pesar de esta catalogación, la probabilidad de ocurrencia de estas amenazas no es tan baja como se piensa; sin embargo, por una disfrazada suerte para los humanos, muchas de ellas afectan zonas despobladas, lo cual no significa que no tengan un impacto ambiental o que carezcan del potencial para dañar ciudades.

En esta ocasión, no abundaré en la gran variedad y complejidad de posibles riesgos espaciales, pues cada uno de ellos amerita su propio espacio. Por ahora, dejaré de lado el clima espacial, las tormentas solares, los meteoritos y los asteroides relacionados con la increíble Misión DART que busca defender a la Tierra en caso de una amenaza destructiva. Así que me enfocaré en los riesgos espaciales creados por el ser humano, es decir, en naves y vehículos espaciales, satélites, equipo de observación, basura espacial y artefactos similares, los cuales se relacionan con el seguro de daños.

Dichos riesgos espaciales artificiales se relacionan de manera transversal con el derecho marítimo y el seguro de embarcaciones, por lo que los cambios en una de estas áreas impactan en la otra. He aquí una de las razones por las que a pocas personas les gusta intervenir en estos temas.

De acuerdo con los principios del seguro, el derecho de Daños y Lloyd’s, una póliza cubre los daños a terceros; a personas que son parte del contrato, pero no están directamente relacionadas con el tomador del seguro, como ocupantes, pasajeros y tripulación de aeronaves, barcos u otros medios de transporte, y al titular asegurado o beneficiario en primer grado de la indemnización correspondiente que puede incluir demoras y pérdidas consecuenciales si así se había pactado.

Esto se vuelve relevante cuando entendemos la póliza espacial como un mecanismo de gobernanza para mejorar la seguridad en las actividades de exploración, estudio y aprovechamiento del universo y los astros, que nos atañen a todos, pero no están tan reguladas a nivel internacional como quisiéramos y tienen un margen de error de cerca del 10%, por lo que podrían salirse de su órbita más de 1500 objetos al año, de los cuales al menos el 70% entraría de forma descontrolada en nuestro planeta. Aunque los números podrían reducirse a casi cero, intentarlo elevaría los costos.

Datos alarmantes señalan que menos del 20% de los satélites puestos en órbita antes de 2018, cuya vida media va de los 15 a los 20 años, cuenta con un seguro vigente. Recordemos que hasta 2021 había más de 8000 satélites en órbita y que, en ese año, Starlink posicionó más de 2400 no contabilizados en dicha estadística, a los cuales se suman aquellos agregados en 2022, es decir, al menos 53 más pretendidos por Starlink para noviembre de este año.

Hablo de gobernanza del seguro en la industria espacial porque Lloyd’s, al ser el mayor suscriptor mundial de este riesgo, es capaz de presionar a gobiernos y particulares a buscar una operación más segura. Esto incrementaría el costo de las actividades espaciales, pero reduciría la prima anual de manera significativa. Esta estrategia ya ha probado su éxito en la industria marítima, donde las aseguradoras han impulsado la responsabilidad social y medioambiental con la descarbonización o la neutralidad de carbono, al brindar ventajas competitivas y económicas a sus asegurados. Además, los gobiernos del mundo han visto que la adecuada exigencia de pólizas mejora la seguridad de las industrias, como han demostrado, por más de cien años, Gard, Lloyd’s y AIG.

La póliza espacial, ultraterrestre o satelital surgió como un híbrido entre el seguro aeronáutico y el marítimo, pero actualmente es un producto único de hiperespecialidad, que incluye tintes de riesgo cibernético con coberturas de privacidad, propiedad intelectual, transferencia tecnológica, pérdida total real o constructiva e incluso, para no hacer la lista interminable, una peculiar variante del seguro de vida tradicional, que considera la duración esperada del proyecto en cuestión, de manera que los satélites y vehículos o naves espaciales pueden tener un seguro de vida.

El seguro espacial se divide en tres fases: prelanzamiento, que abarca desde el inicio del proyecto hasta el comienzo del proceso irreversible para ponerlo en órbita; lanzamiento, que suele durar alrededor de seis meses y genera la cobertura más costosa, ya que concentra el mayor riesgo, pues al menos el 30% de los proyectos falla en esta etapa y se convierte en basura espacial, generando así un problema de contaminación que usualmente no está asegurado y se está convirtiendo en una preocupación grave para la comunidad científica, y en órbita, fase en la que pueden activarse, si se contrataron, las coberturas de vida del artefacto, pérdida de contacto con el objeto, pérdida total real o constructiva del bien y daños consecuenciales causados por el cese de operación.

Cabe mencionar que la colocación de satélites en órbita, sin importar que sean mexicanos o no, es bastante relevante para nuestro país, ya que la mayoría de ellos se coloca en una órbita tal que, en caso de reentrada descontrolada, tiene mayor posibilidad de impacto en nueve ciudades del mundo, siendo una de ellas y la segunda de mayor riesgo, después de Kazajistán, la Ciudad de México. Un estudio publicado en la revista Nature Astronomy afirma que la precipitación de un objeto tan pequeño como un tornillo destruiría al menos 10 metros a la redonda. Por eso insisto en que, debido a que muchos residuos han caído en el mar o en zonas despobladas, menospreciamos la probabilidad de ocurrencia de estas amenazas y las graves consecuencias de la basura espacial.

Así pues, no resulta descabellado revisar si nuestra póliza de auto, vida u hogar cubre la caída de objetos o basura espacial, pues las posibilidades de que el satélite causante esté asegurado son bajas, ya que ni la sociedad ni los gobiernos reconocen el riesgo latente, aunque se acerca el fin de una gran cantidad de satélites y muchos más, cuyas medidas de seguridad y prevención de riesgos desconocemos, se han puesto en órbita en los años recientes. Al respecto de esto último, debemos tener en cuenta que algunos países, como Ruanda, buscan implementar el modelo de bandera de conveniencia en la industria espacial y ofrecer a los “emprendedores” zonas de despegue o diseño con regulación “ágil” y costo muy reducido, lo que nos recuerda que las banderas de conveniencia marítima surgieron como una forma de evadir las legislaciones “estrictas”.

Aunque tenemos el Convenio sobre la Responsabilidad Internacional por Daños Causados por Objetos Espaciales, que entró en vigor en 1972, y muchos otros tratados relacionados con este asunto, la aplicación, adherencia e incorporación de estos en las legislaciones de los países que más lanzamientos realizan es digna de analizarse en un texto específico mucho más amplio, así que no te aburriré con eso en este momento. Por ahora, ante la acumulación cada vez mayor de los riesgos descritos, es suficiente que notes la apremiante necesidad de reflexionar y reabrir el debate sobre las consecuencias asegurables de estos aparentes cisnes negros y las estrategias que nuestro sector puede implementar para impulsar las buenas prácticas en la industria espacial.

No olvides que el seguro cumple funciones que van más allá de las indemnizatorias, las cuales atienden las cinco prioridades históricas de nuestro sector: la confiabilidad de la operación del negocio asegurado; la responsabilidad personal de cada individuo asegurado en relación con sus acciones y resultados; la causalidad, puesto que toda acción o decisión, al producir una reacción o un resultado, influye de forma directa en el derecho de la aseguradora a evaluar el reclamo y determinar si este procede o no; la libertad moral del asegurado y las entidades relacionadas, para controlar o reducir el riesgo, y la solidaridad de la aseguradora en la clasificación, la suscripción, el manejo y la gerencia de riesgos. Por ello, los sectores aseguradores de algunos países, como Reino Unido o Noruega, nos recuerdan que mejorar las prácticas, para reducir la posibilidad del riesgo, es uno de los pilares fundamentales de la aseguranza.

El seguro espacial es el resultado más avanzado de la combinación de casi todas las pólizas y coberturas existentes. Por ello, es indispensable comprenderlo, aunque sea a grandes rasgos, sobre todo si queremos entender mejor el seguro de daños.

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