Ana Clemente / anaclemente@virsaseguros.com.mx
Para la mayoría de los seres humanos, la muerte representa la trascendencia o simplemente el final de la existencia; para nosotros los mexicanos, implica no solo elevarse a otro plano, sino también fiesta. Sin embargo, muchos perdemos de vista que las empresas también tienen vida y deberían contar con un seguro, como las personas, para enfrentar sus riesgos y, en el peor de los casos, morir con la tranquilidad de que dejan protegidos a sus seres queridos. Cuando se habla de pólizas, muchas personas piensan en las de vida, gastos médicos y automóviles, pero hay soluciones más allá de estas. Por eso, hablaremos de cómo se relaciona la muerte empresarial con los siniestros.
De acuerdo con la AMIS, solo el 17% de las pymes cuenta con algún tipo de seguro para afrontar siniestros y el 21% de este tipo de negocios cierra sus operaciones ante la imposibilidad de superar eventos dañinos, lo que significa no solo el deceso de una empresa, que se suma a las estadísticas nacionales, sino también la pérdida de empleos y la interrupción de la economía. Por eso, estoy segura de que las pólizas son una excelente herramienta para proteger la inversión de la empresa y garantizar la continuidad tanto de esta como de los subsistemas que dependen de ella.
Hace unos días, veía con tristeza una publicación en una red social. Una joven emprendedora, que había realizado una fuerte inversión para poner en marcha un negocio de belleza, remataba algunos bienes, cuyas fotografías estaban acompañadas de una explicación: “Remato estas cosas de mi local porque fuimos víctimas de la delincuencia. Me es imposible volver a invertir para recuperar lo robado, por lo que estoy tratando de rescatar un poco de dinero con la venta de lo que me dejaron los ladrones”. Noticias como estas, donde se habla de una pérdida que provoca un emprendimiento menos, son el pan de cada día y me hacen sentir responsable hasta cierto punto, porque si hubiera ido antes al negocio afectado le habría dado la oportunidad de prevenir la fatal situación. Ahora, la joven emprendedora y su negocio forman parte de las estadísticas: una pyme más que ha fallecido.
Imagina un restaurante en un día normal de atención a sus comensales. Unas personas llegan a consumir, pero de repente una de ellas se resbala y se golpea el rostro con una de las sillas del establecimiento, tras lo cual decide ir al hospital, pues el dolor en un ojo es muy fuerte. Unas cuantas horas después, el restaurantero se entera de que la persona herida está a punto de perder el órgano ocular por el golpe. ¿Puedes dimensionar la preocupación del empresario cuando revisa su póliza y descubre que la suma asegurada en responsabilidad civil es de apenas 50 mil pesos?
Estas historias de terror de pequeños negocios que, por su tamaño, parecían tener riesgos mínimos demuestran que basta con que se presente un siniestro para que la vida de una empresa peligre o se extinga. A veces es imposible enfrentar la pérdida por la falta de un seguro y en ocasiones, cuando se tiene una póliza con una suma asegurada insuficiente, no queda más que absorber el daño causado a un tercero. Por eso, quiero invitarte, querido agente, a que ayudes a entender a tus clientes empresarios cuáles son sus peligros y responsabilidades y cómo la falta de un seguro que proteja estas posibles eventualidades ponen en riesgo la vida de sus negocios.
Si tu asegurado real o potencial no quiere darse cuenta, quizá mi calaverita literaria sirva:
Sentada en un rinconcito,
burlona como la suerte,
observa condescendiente
y murmura despacito:
¡A estos humanos tan tercos
les gusta jugar con fuego,
tentando a su buena suerte,
dejando todo pa’luego!
¡Ay, mexicano empresario
obstinado y confianzudo,
que piensas que la calaca
tan solo viene por unos!
¿Y tu empresa, caro amigo
–pregunta con gran sarcasmo–,
acaso no es ente vivo
con inicio y desenlace?
¡Asegúrala, te insisto!
¡Accidentes pueden pasar;
darse incendios y explosiones
o hasta una pérdida total!
¡Mira que ya te lo advierto,
pues yo no te tendré piedad:
la próxima vez que venga
sin empresa puedes quedar!
