Gastos Médicos Mayores

Angiosarcoma de corazón, una guerra ganada gracias al seguro

Karla Velasco Arciniega / Reportera, Revista Siniestro

Según la OMS, el cáncer es la segunda causa de muerte en el mundo, deja casi 9.6 millones de defunciones al año y causa mucha tensión física, emocional y financiera a las familias, las comunidades y el sistema de salud. Por ello, debemos protegernos y estar un paso adelante para ganar la batalla o incluso la guerra contra este mal, así como Verónica Mendoza, una mujer que ha demostrado una gran fortaleza y que nos contó su experiencia con el angiosarcoma de corazón, padecimiento que afecta solo a 1 de cada 1500 millones de personas.

Antes de que el siniestro se desatara, Verónica no sufría ningún síntoma –como la falta de aire o la presencia de uñas y labios morados–, sino tenía una vida normal. Sin embargo, el 11 de octubre de 2021, mientras se recostaba en la cama con el bebé de su hija, sintió un golpe en el pecho, un ligazo dentro de él, aunque no específicamente en el corazón; después, le vinieron un mareo que movía todo a su alrededor, unas náuseas y la pérdida de conocimiento que, de acuerdo con su esposo, se prolongó por uno o dos minutos.

Debido a ello, fue llevada al Hospital Español de la Ciudad de México, donde el ingreso no resultó nada sencillo, pues la Covid-19 estaba en su auge. Dado que Verónica se encontraba en un estado semiinconsciente, ella todavía escuchó cuando la residente del hospital llegó con la terrible noticia de que tenía un derrame en el corazón y, si no la operaban lo más pronto posible, colapsaría. Tras una prueba de Covid, la asegurada fue programada para el día siguiente, pero después ya no supo nada hasta que despertó de la cirugía, pues entró en estado de coma.

Durante la cirugía, los doctores se dieron cuenta de que no había exudado de sangre, así que realizaron una toracotomía, es decir, una incisión amplia para acceder más en los órganos del pecho, ya que el derrame se debía a un tumor que se encontraba en el corazón. Una vez que pasó la cirugía, los doctores no dieron de alta a la asegurada por el miedo de que se presentara otro evento similar y porque ocho días más tarde ella debería empezar con las quimioterapias, ya que el tumor era muy agresivo y crecía de manera muy acelerada.

Como Verónica es médica, tiene una perspectiva que le ayudó a tomar las mejores decisiones para tratar su cáncer, lo cual fue esencial, pues en el Hospital Español nadie había visto un caso como el suyo y no existía ningún protocolo a seguir. Allí se le proponía combatirlo con un trasplante de corazón, pero esto no convencía a la asegurada, pues implicaba una inmunosupresión para que no rechazara el órgano, lo que generaba la probabilidad de que el cáncer se propagara de forma muy rápida o de que su vida terminara durante la operación. Por ello, decidió buscar otra opción.

Verónica encontró un oncólogo con quien la relación paciente-médico mejoró y la búsqueda del tratamiento adecuado también. Ambos estaban de acuerdo en que el trasplante no era la mejor opción, debido a que el tumor abarcaba zonas vitales del corazón. Como no había forma de radiarlo, el objetivo del nuevo tratamiento era disminuir el tumor para operarlo; sin embargo, antes de ello, se tuvo que enfrentar la septicemia provocada por la contaminación del catéter de las quimioterapias anteriores, la cual había puesto a la asegurada peor que al principio.

Una vez superada la septicemia, Verónica empezó su nuevo tratamiento, para el cual se le realizaron varios estudios. Tras la quimioterapia roja, se le solicitó una tomografía de emisión de positrones (PET), la cual mostró que su tumor había disminuido un 25%. Al conocer este resultado, comenzaron sus 30 sesiones de radioterapia y su quimioterapia semanal. Al finalizar estos tratamientos, se le pidió otra PET, en la cual se veía que el tumor había desaparecido, pues se había calcificado, así que la probabilidad de que regresara o creciera era demasiado baja. Aun así, su médico no baja la guardia y espera unas biopsias para saber qué tratamiento final le asignará.

Toda esta odisea fue desgastante y abrumadora para Verónica y su familia, pero la ventaja fue el seguro de gastos médicos. Este les dio un pequeño respiro, ya que no hubo limitaciones para los estudios, los tratamientos y las citas con los doctores. Desde el inicio, la aseguradora les autorizó el siniestro, así que su familia no tuvo que realizar ningún depósito. Entre la cirugía de corazón de casi un millón de pesos, cada PET de alrededor de 40 mil pesos –solo hay dos aparatos para esto en la Ciudad de México–, las quimioterapias, las radioterapias y los demás gastos, la cuenta final fue de 5 millones de pesos, la cual se pudo liquidar gracias a la póliza.

Esta enfermedad es muy particular, pero no es la única grave que existe. Debemos generar consciencia para que la gente deje de ver el seguro de gastos médicos como algo innecesario. El sistema público de salud tiene demasiada demanda, por lo que el tiempo de espera para conseguir una cita, un estudio o una cirugía es muy largo. Verónica cree que, si ella hubiese acudido al seguro social, no hubiera sobrevivido. Ahora solo le queda recuperarse mentalmente de esta guerra que la rompió en pedacitos y tratarse las secuelas que le dejaron los tratamientos, como neuropatías, problemas gástricos y afecciones de la piel.

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