Diana Varela, quien trabaja en Barba y Fernández Actuarios, nos compartió una anécdota que nos enseña la importancia de tener un seguro de gastos médicos mayores que nos cubra ante un siniestro severo.
El héroe de la historia tenía dos pólizas de gastos médicos: una de grupo, que contaba con un 1 millón 800 de suma asegurada y cubría tanto a su esposa como a él, y otra en exceso. El siniestro empezó cuando ella fue diagnosticada de linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer que se origina en el sistema linfático (parte del sistema inmunológico). De inmediato, comenzó su tratamiento, utilizando para ello tanto la póliza colectiva como la de excesos, ya que la suma asegurada de la primera no fue suficiente por los costos y el tiempo que se mantuvo abierto el siniestro.
Gracias a una prima de 85 mil pesos al año, la pareja tuvo el respaldo de una aseguradora que al final cubrió 7 millones de pesos, de los cuales solo 1 millón 800 correspondieron a la póliza colectiva, y el asegurado pagó 71 mil pesos por deducible y coaseguro, del cual se llegó al tope. Todos estos gastos se realizaron en tan solo cinco meses, pero por fortuna no hubo ningún problema con la aseguradora. El siniestro se abrió de inmediato, al darse el aviso y entregarse los papeles (informe médico y estudios, entre otros) y, cuando la asegurada inició otro tratamiento, la compañía realizó las gestiones para que ella entrara en tiempo y forma al hospital con su carta de programación.
Cualquier seguro nos brinda cierta protección, pero en ocasiones la suma asegurada se acaba y nos quedamos sin fondos para continuar con una terapia o un tratamiento. Como los costos de los hospitales son muy elevados, un millón de pesos no suele ser suficiente. Por eso, al haber adquirido dos pólizas, nuestro héroe ayudó a su esposa a luchar contra la enfermedad por más tiempo y, si su relación laboral hubiera terminado durante la batalla, podría haber realizado el cambio a una póliza individual, para que ella siguiera teniendo la protección. Estas ventajas se ven cuando tenemos una buena asesoría. Aunque el asegurado dudó por un segundo del seguro, quedó sorprendido cuando comprobó que funcionó, lo cual se debió al asesoramiento de su agente.
La esposa murió desafortunadamente, a pesar de que se le dio los mejores tres o cuatro tratamientos diferentes posibles, ya que sufría un cáncer muy agresivo. Una vez que se le notificó el fallecimiento a la aseguradora, esta procedió a realizar el corte y el pago. Aunque ella no logró sobrevivir, su esposo quedó muy agradecido con el seguro y el asesor, pues sin las pólizas no hubiese dado un tratamiento digno a su esposa y hubiera tenido que despojarse de varios bienes materiales para hacer frente a los gastos derivados de la enfermedad.
Diana menciona que, debido a la pandemia y la deficiente atención médica en el sector público, la gente ya es un poco más consciente de lo que cuesta una enfermedad y de que solo una póliza privada de gastos médicos brinda acceso a un buen servicio de salud. Sin embargo, señala que aún falta propagar más la cultura de los seguros, rompiendo el mito de que no pagan y evidenciando que ayudan a dejar a un lado el estrés monetario que se presenta cuando un ser querido enferma. Para ello, la experta indica que debemos tener un buen asesor que nos guíe en el camino y conocer las coberturas de nuestra póliza, para ser conscientes de hasta dónde llegan estas.
