Cuidando Tu Salud, Gastos Médicos Mayores

Testimonio del hijo de un asegurado

Tener y conocer el seguro de GMM

Mi padre, antes del siniestro, contaba con buena salud. A pesar del accidente cerebrovascular que tuvo aproximadamente hace seis años, la gente se sorprendería de ver qué tan bien se ve hoy, ya que muestra una gran fortaleza. Alcanzar su buena condición actual no fue nada fácil. Aunque su póliza tiene casi 40 años de existencia, hubo un momento en el cual mi familia y yo tuvimos que movernos para que procediera la reclamación, ya que la póliza que cubre el matrimonio de mis padres no se utilizó más que para algunos eventos menores antes de este siniestro, así que prácticamente estaba detenida.

Todo comenzó entre 2016 y 2017, cuando mi papá tuvo un infarto cerebral que lo llevó a ser internado en el hospital. Allí mismo, en su habitación, sufrió un segundo infarto. La avanzada edad de su cuerpo le comenzaba a dar batalla. Por fortuna, gracias a la excepcional atención médica, pues el hospital está lleno de especialidades y muy bien equipado, sobrevivió; sin embargo, el infarto de corazón producido por un problema motriz le dejó como secuela un padecimiento renal que no es secundario, sino que está ligado con el problema cardiaco. Ahora mi papá depende de una máquina de hemodiálisis, ya que su función renal es de entre 3% y 5%. Aunque a veces solo requiere entre dos y tres sesiones por semana, estas duran alrededor de tres horas y media, lo cual hace que al final termine agotado. Cuando él apenas recupera las energías, la siguiente sesión de hemodiálisis ya lo está esperando.

En este siniestro, el problema no fue ni la enfermedad ni la atención médica, sino el desconocimiento de la póliza y la aparente improcedencia del siniestro, pues el seguro no respondió al reportar el accidente y generó un doble deducible, ya que se ingresó la reclamación por afectación cardiaca, pero los doctores comentaban que el problema inicial no era ese, sino los infartos cerebrales. Mi papá estaba inconsciente, por lo que no podía girar cheques, y mi mamá no manejaba los temas administrativos, así que no tenía recursos para pagar. Nosotros, los hijos, nos encargamos de ello, aportando el dinero de nuestros ahorros. Más tarde, con ayuda del bróker y mucho desgaste, mis hermanos y yo logramos hacer efectiva la póliza. El seguro no funcionó en el momento oportuno, pero al final permitió que nuestra familia recuperara su estabilidad monetaria.

En los últimos 18 meses, la póliza ha cubierto alrededor de tres millones de pesos, de los cuales mi familia y yo, por las condiciones contractuales, hemos pagado casi 700 mil pesos. Aunque esta última cantidad es superior al costo de la póliza, la protección ha amortiguado el gasto que cargábamos. Este seguro exige mucha atención de la familia, el bróker y los médicos, pues se debe enviar bastante información a la aseguradora y dar seguimiento continuo al caso para que la protección funcione; sin embargo, más allá de esto, la póliza trabaja con normalidad, pues al renovarla el costo solo se ha elevado por la inflación.

A pesar de la complicada situación administrativa que mi familia y yo experimentamos, aún afirmo que toda persona debe contar con un seguro de gastos médicos mayores, pues desafortunadamente el servicio público de salud es deficiente. Si hubiéramos dependido de este, mi padre se habría venido abajo en cuestión de semanas y, tras la falta de las hemodiálisis, habría regresado contaminado al hospital, donde probablemente ya no se hubiera despertado. Gracias a la protección de gastos médicos mayores tuvo acceso a la atención y la tecnología. Sin embargo, no basta con adquirir una póliza, pues tan importante es tenerla como conocerla y leer bien sus letras chiquitas.

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