Laura Edith Islas Yáñez / Directora general, Revista Siniestro
Existen personas cuya partida deja un vacío profundo entre quienes las admiraban y querían. Su ausencia deja una pena insondable, pero también un legado que perdura en las acciones, los recuerdos y las narraciones de quienes coincidieron con esos seres en el espacio y el tiempo. Por eso, aunque sus cuerpos estén ausentes, sus anécdotas, hazañas y logros van de un lado a otro, sirviendo de ejemplo para quienes deseen caminar por un sendero de éxitos. Así es el caso de José Luis Llamosas, a quien hoy honramos, ya que su inteligencia e inquietud por crear aseguradoras 100% mexicanas lo llevaron a fundar en 2001, tras 33 años de una destacada trayectoria en nuestro sector, Grupo Valore, un corporativo de aseguradoras independientes que ganó su buena posición en el mercado mexicano a través de esfuerzo y constancia.
Uno de los testimonios que destaca la personalidad de José Luis Llamosas es el de su asistente, Sandra Medellín, quien trabajó con él durante 28 años, después de conocerlo en Seguros Tepeyac, y quien recuerda que su jefe permitía a los miembros de su equipo resolver situaciones por sí mismos, mientras fomentaba en ellos tanto la autonomía como la atención adecuada a los demás. Ella también destaca cómo José Luis Llamosas se preocupaba por su familia y era su confidente.
“Me causó mucha admiración trabajar con él, que me escogiera, porque había otras asistentes”, comenta Sandra con una expresión sumamente triste, mientras no deja de ver hacia arriba, como quien allá, en el cielo, busca algo o a alguien. Luego continúa: “Era una persona que te dejaba trabajar, pues él quería que uno aprendiera a resolver las situaciones y que, si nos llama ban por algún siniestro e íbamos a platicar con él sobre el asunto, ya lleváramos toda la información. No era alguien que estuviera detrás de uno, pero su personalidad te movía a hacer bien las cosas. Siempre nos advertía que debíamos estar bien con la gente, atenderla adecuadamente”.

Sandra no deja de estar triste porque, a fin de cuentas, habla de alguien con quien convivió durante casi tres décadas y tuvo la confianza de compartir cuestiones personales.
“Siempre estuvo al pendiente de mi familia, de mi esposo, de mis hijos… Una vez me vio en una mala situación y se interesó, así que me preguntaba qué me ocurría”, prosigue Sandra antes de hacer un silencio de unos cuantos segundos, pues parece que su voz se quiebra y que la tristeza le impedirá continuar, pero cobra fuerzas y afirma: “Él era mi confidente y mi jefe; una persona que, si yo iba a adquirir alguna deuda, se sentaba y la revisaba, como mi ángel”.
José Luis Llamosas también tuvo un papel importante en la AMIS, donde mantenía un contacto ameno y estrecho tanto con las autoridades como con los empresarios, pues trabajaba en mejorar con ellos el sector asegurador mexicano. A lo largo de su carrera demostró un excelente liderazgo, un enorme poder de convocatoria y una fuerte resiliencia ante los grandes desafíos, como un accidente aéreo que sufrió tras el fallecimiento de su esposa.
Sandra acompañó a su jefe durante la demandante labor en la AMIS, porque él debía ver a las autoridades, acudir al llamado de la presidencia de la asociación a cualquier hora, estar presente en el CCE y atender temas relacionados con la Condusef. Este hombre siempre estuvo al pendiente del Comité Ejecutivo de la AMIS y mantenía muybuenas relaciones con las compañías desde su paso por Seguros Tepeyac. Él estaba empeñado en mejorar el seguro y resolver problemas en la CNSF.
Con respecto al accidente en una avioneta, Sandra nos cuenta: “Pocos días antes había fallecido su esposa, así que decidió ir a Houston para estar con sus hijos. Llevaba a una señora de servicio, a Conchita, cuando tuvo el accidente. Recibí una llamada desde Tampico, en la cual me notificaron. Yo informé a sus hermanos”. Tras recuperarse, él mandó unas memorables cartas personalizadas de agradecimiento a quienes lo visitaron en el hospital o lo ayudaron y agradecía tanto a la Virgen de Guadalupe como a Dios por haberlo salvado. Cuando volvió a la oficina, el personal le aplaudió. Siempre recibió muchas muestras de cariño, porque se daba a querer y se preocupaba por la gente.
Cuando José Luis Llamosas se volvió a casar, decidió vender Mapfre, donde le ofrecieron a Sandra quedarse, pero la propuesta no la convenció. Como su jefe nunca se quedó quieto ni planeó viajar o descansar, ambos empezaron a laborar desde sus casas. Tiempo después llegó ANA Seguros, el trabajo con la AMIS, las oficinas en Torre Perisur, GMX Seguros, Seguros Argos, Prevem Seguros y MAS Servicios.
Sandra se muestra distante a ratos, pues sus palabras parecen estar en otro sitio. No le resulta sencillo recordar
a alguien con quien compartió tanto, a alguien que lamentablemente ya no está entre nosotros. Su voz se quiebra por los recuerdos de un pasado laboral al lado de quien dejó, entre otras cosas, el aprendizaje y la admiración que desde la antigüedad solo pueden brindar los grandes maestros. “Le enojaba que no le entregaran las cosas como las pedía, que le mintieran, que trataran mal a una persona, que fueran déspotas… Tenía muy buen apetito y le encantaban, sobre todo, tanto los buenos cortes de carne como los deliciosos y bien preparados pescados”, señala.
Él era un hombre compartido que ayudaba a distintas asociaciones y constituía un excelente ejemplo a seguir. Sandra afirma que se preocupaba mucho por sus hijos y nietos, aunque muchas veces no podía estar con ellos por el trabajo, y que le daba mucho gusto ver que sus dos hijas ya estaban realizadas. Él tenía una relación cercana con los distintos directores de Grupo Valore, así que platicaba con ellos y les preguntaba por sus empresas y sus problemas.
¿Qué huella indeleble dejó él en Sandra? ¿Qué luz permanecerá siempre encendida por él? Ella misma nos contesta sin dejar de observar hacia arriba, como queriendo encontrar las respuestas junto a su gran amigo y jefe: “Tratar bien a la gente, conocer a las personas sin importar su nivel, conservar los valores, seguir adelante, compartir y ser tanto honestos como agradecidos”.
José Luis practicaba el canotaje en el Club España, ubicado en Xochimilco. Si recurrimos a las imágenes que se producen al cerrar los ojos, no nos será imposible verlo en medio de las apacibles aguas, bajo un cielo primaveral y azul, remando con la intensidad y la fuerza del hombre vigoroso que fue, luchando contra las adversas corrientes, así como lo hizo cuando en el camino de la vida encontró complicaciones.
Así pintamos un muy buen cuadro para no olvidar la grandeza de José Luis Llamosas, a quien hoy, de pie, rendimos homenaje.
