Sector Asegurador

En póliza de hogar, Aseguradora vs banco

Raúl Carlón Campillo Director general, Tranquilidad y Proyección tranquilidadyproyeccion@gmail.com

Gracias a las disposiciones de la LISF, la comercialización de seguros goza de alternativas para evitar dependencias nocivas de figuras de intermediación. Esto ha permitido desarrollar estrategias de distribución bautizadas como canales alternos, por medio de los cuales las instituciones desplazan sus productos entre el público.

Uno de los contratos de mayor beneficio por las coberturas que incluye es el moderno seguro de hogar, evolución importante de la póliza múltiple familiar del siglo XX. Su cobertura básica abarca, en cualquier modalidad, tanto el incendio de edificio y contenidos como la responsabilidad civil familiar y la de arrendatario cuando quien la contrata no es propietario del inmueble que habita. A este producto se pueden su- mar otras coberturas, como cristales, robo de contenidos y de dinero, equipo electrodoméstico y servicios de asistencia en el hogar, los cuales ayudan a hacer tangible el beneficio de contratar la protección sin necesidad de que haya una conflagración mayor.

En este tipo de pólizas, las consideraciones técnicas sobre el valor de reposición cuando se aseguran los bienes y el valor real cuando se indemnizan permiten la aplicación del precepto conocido como primer riesgo, el cual elimina el criterio de proporcionalidad mencionado en la LCS para calcular la indemnización del asegurado cuando reclama un daño sobre un bien cuyo valor no es la suma asegurada que le asignó. Precisamente a partir de este concepto surgen algunos puntos que conviene revisar de las pólizas comercializadas por los bancos y por las aseguradoras sin menoscabo de la autorización que la SHCP ha dado a ambos tipos de instituciones.

Tras analizar las condiciones generales de los productos comercializados, se observa que la redacción de dicho precepto tiene algunas diferencias, a pesar de que tanto los bancos como las aseguradoras, por exigencia legal, deben exponer con claridad la forma de interpretar la responsabilidad que asumen en una pérdida cuando el valor otorgado a los bienes asegurados es distinto al de reposición. Cabe resaltar que, tanto en las pólizas bancarias como en las que no lo son, el tope de indemnización es la suma asegurada contratada y cada institución valúa los daños cuando los bienes deben ser indemnizados.

Otro aspecto que marca diferencias importantes es la aplicación de deducibles en coberturas del ramo de diversos, pues algunas aseguradoras eximen al usuario de estos, pero las bancarias sí los aplican. La convergencia de aplicarlos está en las coberturas catastróficas, ya que la zona geográfica considerada en la cotización del bien asegurado es la misma para cualquier aseguradora.

En materia de costos, las diferencias cobran relevancia. Mientras los productos de las aseguradoras mantienen variaciones menores entre ellas, los comercializados por los bancos son, de acuerdo con el análisis comparativo efectuado, de menor costo en la mayoría de las instituciones que los comercializan, lo que tiene implicaciones directas en la preferencia del público. Además, las pólizas bancarias otorgan la facilidad del cobro automático a la cuenta del cliente. La diferencia esencial reside en la competencia que puede darse entre las aseguradoras, la cual no debe centrarse en colocar el producto, sino en brindar asesoría personalizada por medio de un intermediario que atienda al cliente durante la contratación y el uso de la póliza. Esta prestación, ausente en la comercialización bancaria, sin importar que sea de autogestión o a través de un ejecutivo, es crucial para entender las consideraciones técnicas mencionadas en esta colaboración. A pesar de la competencia, se estima que solo un 8% de las viviendas están aseguradas y que la cobertura de más de la mitad de estas fue obligada por tratarse de propiedades hipotecadas. Así que es indispensable invertir en la cultura de previsión para detonar un crecimiento exponencial de la penetración de este magnífico seguro.

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