Adriana Oropeza Flores / Directora editorial, Revista Siniestro
En julio pasado presentamos un artículo Titulado “El futuro del ajuste en México” en el cual entrevistamos al Ing. Eduardo Vargas, presidente del Consejo Directivo de la Amasac (Asociación Mexicana de Ajustadores de Seguros AC). Artículo en el que se tocó un tema que nos han pedido desarrollar con mayor detalle: los requisitos solicitados a quienes pretenden ejercer la actividad de ajustadores de seguros de Daños. Para lo cual nos permitimos compartir lo qué piensan de este asunto los directores de tres de los despachos de ajuste más reconocidos en nuestro país y qué oportunidades notamos nosotros.
Eduardo Vargas, Subdirector de Damnum.
Este ajustador de daños con 39 años de trayectoria considera que los requisitos –mayoría de edad, honorabilidad y acreditación de conocimientos– señalados en el párrafo segundo del artículo 110 del capítulo cuarto de la LISF están bien planteados como fundamento básico, pero opina que se debe reforzar el requisito de acreditación de conocimientos.
Eduardo comentó que la Amasac ofrece al sector asegurador diversas capacitaciones para los ajustadores a través de cursos y, desde hace una década, por medio de un muy exitoso Diplomado de Siniestros de Daños, impartido conjuntamente por el Imesfac y la Amasac tanto a los ajustadores como a los diferentes actores del sector. Además, agregó que, tras un arduo trabajo de varios años de la Amasac y otras asociaciones o entidades educativas, se logró obtener el Estándar de Competencias para la Gestión de Servicios de Atención al Siniestro –avalado por Conocer, organismo de la SEP, y aprobado en el acuerdo publicado el 7 de octubre de 2022 en el DOF–, con el cual los interesados pueden obtener su certificación en materia laboral para la actividad de ajustador de seguros de daños.
Con respecto a cómo se comprueba la honorabilidad del ajustador, aunque le parece adecuado buscar este valor, considera que en muchas ocasiones se tergiversa su significado, pues este no está en función de la capacidad económica de una persona, sino de las cualidades positivas que posee, como la dignidad, la respetabilidad, la honradez, la decencia y el honor. Para él, los antecedentes de situaciones económicas adversas no necesariamente vuelven menos honorable a una persona. Por eso, le parece injusto que se niegue la cédula por tales circunstancias a quien en realidad no tiene una honorabilidad cuestionable y considera que este aspecto se debe revisar dentro del marco de la LISF. Agregó que este problema provoca un círculo vicioso, ya que debido a la falta de cédula muchas personas no ejercen la actividad que saben desempeñar, así que no obtienen ingresos y caen en la falta de solvencia que pone en entredicho la honorabilidad exigida para obtener la cédula. Finalmente, Eduardo espera que las autoridades revisen junto con los ajustadores de daños (Amasac) el capítulo cuarto de la LISF, en especial lo referente a la acreditación de conocimientos y honorabilidad, y que el otorgamiento de la cédula sea lo más objetiva posible y con mayor criterio buscando siempre que se garanticen los estándares requeridos en la LISF y se dignifique más la actividad del ajuste.
Ángel Gallardo, Director general de Redna Ajustadores
Este ajustador de daños con 31 años de trayectoria considera que el requisito de la carta expedida por las aseguradoras distorsiona o amaña el proceso de cierta manera, porque es fácil obtener este documento si se tiene amigos en áreas clave de las aseguradoras y, aunque la idea inicial no era mala, se han entregado cartas a muchas personas con poca o nula experiencia en ajuste, quienes ahora ya cuentan con la cédula. Para él, la experiencia se demuestra con exámenes o pruebas que otorguen una validación, como la certificación de ajustadores ante Conocer. En cuanto al requisito de no tener deudas en el buró de crédito, Ángel opina que no está bien detallado, porque hasta una deuda de 100 pesos plantada por una compañía de celulares impide la obtención de la cédula.
Respecto a cómo se comprueba la honorabilidad de un ajustador, él afirma que para detectar este valor debemos analizar si los actos, las costumbres y la forma de vivir de una persona es congruente con su realidad, lo cual depende del lente que usemos y de quién está evaluando esto, y que cuando se trata de un ajustador la tarea es mucho más complicada.
Él recomienda que una agencia externa o el Conocer valide las competencias y que la honorabilidad sea juzgada por una empresa de psicología o una materia afín, que emita un certificado cuando se supere el control mínimo de seguridad y confianza, para dejar a un lado el favoritismo, la especulación, el posible soborno e incluso una potencial falsificación.
Rodolfo Gómez, Director general de Abaco Adjusters
Este ingeniero es ajustador de daños desde hace 15 años. Él aclara que en México actualmente tenemos un registro ante la CNSF o una especie de censo, pero no una cédula profesional, y considera que el actual proceso de obtención de la “cédula” es injusto, insuficiente, subjetivo y parcial, pues resulta imposible obtener el registro como ajustador por primera vez salvo que se trabaje en un despacho de ajuste y a través de este se consiga la carta de la compañía de seguros. También piensa que, aunque la comprobación del comportamiento frente a las deudas (buró de crédito) es objetiva, este requisito se podría perfeccionar con, por ejemplo, pruebas psicométricas.
Rodolfo agregó que la Amasac está promoviendo distintas iniciativas para hacer objetivo y democrático el acceso a esta extraordinaria profesión, como el Estándar de Competencias para el ajustador de daños, que hace pocos meses aprobó el Conocer con el aval de la SEP. Él espera que quienes forman parte de la Amasac continúen con la labor de profesionalización del ajuste de daños en México.
Conclusiones
Nos llama mucho la atención que entre los requisitos para obtener el registro como ajustador está comprobar la honorabilidad, pues este valor se refiere a cómo se comportan las personas y se asocia con la rectitud, la nobleza y la autenticidad. El ajustador debe actuar con integridad sin importar las circunstancias o sus intereses, demostrando así que es una persona leal y recta, pero para comprobar esto debe tener un historial limpio en el buró de crédito o al menos no estar en él cuando tramite la cédula ante la CNSF. Esta forma de comprobar la honorabilidad quizá no sea la mejor, pues la honorabilidad no está directamente relacionada con la economía de las personas.
Otro requisito es contar con una carta expedida por alguna aseguradora, donde esta “avale” que el aspirante tiene los conocimientos suficientes para ser un ajustador. Nos sorprendió que este documento en realidad no avala nada, ya que no se realiza ningún examen para comprobar dicho conocimiento.
Sin duda, urge analizar los requisitos y actualizarlos como parte de la innovación que tanto esperamos. Tanto los ajustadores de daños como cualquier otra persona involucrada en el sector asegurador merecen ser valorados por su experiencia y aportaciones, no por cuestiones que tal vez ni siquiera están en sus manos.
