Sector Asegurador

Pídemelo con ventas

Dentro del amplio panorama de los seguros hay ciertas fórmulas que parecen mágicas sin serlo. Estas nos permiten admirar la contundencia del trabajo duro y el éxito.

Laura Edith Islas Yáñez  / Directora general, Revista Siniestro

No cabe duda que el señor Arturo Galindo, presidente del Consejo de Administración de Galindo y Asociados (G&A), posee una de esas fórmulas, pues no por nada cumplió 51 años como agente de seguros el 17 de octubre y tiene dos hijos, Francisco y José Antonio Galindo, quienes forman parte de G&A y han aprendido la escue- la de él. En su compañía de segu- ros se ha establecido una sencilla frase que detona el esfuerzo: “Si tú, agente, quieres algo, siempre pídemelo con ventas”.
Entre las razones del éxito de G&A, don Arturo menciona la cercanía con la gente, los cambios en la estructura organizacional, la interdependencia de sus colaboradores, los sistemas, los grandes incentivos y las comisiones del 25 al 50%. Gracias a ello, G&A tiene más de 80 mil asegurados, de los cuales el mayor porcentaje se concentra en productos de vida, gastos médicos y daños.

El señor Arturo Galindo tiene una voz grave, cuya solemnidad refleja no solo el peso y la experiencia de los años, sino también el contexto de su primera infancia, pues nació en una fecha muy cercana a los albores de la Segunda Guerra Mundial, el 3 de junio de 1942, en la que él llama “la muy leal y noble Ciudad de los Palacios de México”. Don Arturo intentó estudiar Ingeniería Civil; sin embargo, ya estaba marcado por un promisorio futuro, así que no encontró en esas aulas su vocación y solo veía cómo sus compañeros de la UNAM gozaban las clases que él sufría. Convencido de que aquel no era su camino, nuestro entrevistado decidió partir a los Estados Unidos, a un rancho que era propiedad de su papá y herencia de su abuelo, “en la mera frontera”. Al respecto, este hombre de trabajo comenta: “Ganaba bien. Por hasta ocho horas trabajadas, pagaban la hora a 15 dólares; de 12 horas en adelante, la pagaban a 20 dólares. Yo trataba de ganar la mayor cantidad de dólares posible. Entonces estaba muy contento. Tenía un departamento bonito y una novia”.

La vida de Arturo Galindo nuevamente dio un vuelco inesperado cuando decidió regresar a México. Emocionado y sonriente, como si viese imágenes a través del tiempo, nos cuenta: “El 17 de octubre de 1972 inicié mi carrera como agente de seguros en la Aseguradora Hidalgo”. Aquí hace una de esas pausas en las que se esconden los mejores recuerdos y luego continúa: “Mi capacitador fue el licenciado yucateco Manuel Moreno, quien era excelente. Nos caímos muy bien. Él me dijo: ‘Tú tienes madera para esto, pero debes esforzarte en saber todo al cien, nada menos que al cien’. Luego agregó: ‘Ten, estúdiate siete veces todo y, aunque te parezca lento, lo vas a meter en los archivos de tu mente para siempre’. ¡Así lo hice!, y empecé a salir a vender. El primer día vendí una póliza; el segundo, dos, y el cuarto volví a vender dos”.

Tras sus primeros 365 días como agente de seguros primerizo, don Arturo vendió 307 pólizas, lo cual contrastó con los resultados de sus compañeros, quienes habían colocado, en promedio, 150 seguros. Mantener el buen ritmo no era una preocupación para él, pues venía de trabajar en ocasiones hasta 22 horas sin parar en los Estados Unidos, ya que siempre ha considerado el trabajo como una bendición de Dios.

He aquí que don Arturo abre al fin el baúl de los grandes recuerdos y nos comparte su primer siniestro: “Se trataba de un minero que murió sorpresivamente de un infarto. Como apenas tenía seis meses que había comprado la póliza, dijeron que no la iban a pagar, pero yo investigué e insistí. No había dolo. El señor estaba perfectamente sano. Demostré que era un buen hombre, nada mañoso, y que dejaba a una esposa con tres hijos. Insistí hasta que los convencí y entregaron el cheque para la señora. Cuando se lo llevé, ella me preguntó:‘¿Cuánto le debo?’. Le contesté que nada; le dije que cuidara el dinerito y procurara buscarse un buen trabajo”.

Al pedirle a Arturo Galindo algunos consejos para llevar cualquier promotoría al éxito, sopesa lo que va a contestar y luego de un par de segundos confiesa: “Aprendí que un ser humano vale la pena si tiene luz interior. También aprendí que, de la repetición tanto en el estudio como en las ventas, nace la perfección”. Sus dos hijos comentan que hoy están en pleno ejercicio de planeación estratégica en Galindo y Asociados, lo que involucra la creación de agentes profesionales, para lo cual han reforzado el Área Comercial. Así es como se han consolidado y como se proponen alcanzar nuevas metas, pues al igual que su padre, el señor Arturo Galindo, saben que solo el trabajo constante conduce a las mieles del éxito.

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