Dr. Enrique W. Alarcón Mtz. / Director médico, Nocrala Selarom / Dictamed / enrique.alarcon@nocralaselarom.com Twitter: @EnriqueWAlarcn1
Parecía una cirugía rutinaria en una asegurada habitual dentro de un hospital común con un médico normal. Parecía una póliza usual, una suma asegurada típica y un agente de seguros de rutina en un día cualquiera. Cuando la asegurada salió del quirófano, nada parecía ir mal. La cirugía había consistido en la colocación de una prótesis de cadera en una paciente de 70 años de edad, que tenía una póliza de 15 años de antigüedad con la misma aseguradora, la cual siempre había pagado anualmente sin ningún problema o contratiempo.
El informe médico, el aviso de accidente y los estudios que corroboraban el diagnóstico se metieron en la compañía con bastante tiempo de anticipación para contar con la carta pase que especificaba el hospital donde se operaría, la suma asegurada y los honorarios tanto del equipo médico como del quirúrgico.
La carta de pago directo emitida especificaba todo lo anterior y hacía hincapié en que el ortopedista cirujano pertenecía a la red y aceptaba los honorarios sin ningún problema, por lo que no cobraría diferencias a la asegurada.
La cirugía duró un poco más de lo esperado, pero no hubo contratiempos que valiera la pena mencionar en la nota posquirúrgica. Ya estando la asegurada en la habitación del hospital todo marchaba bien, pues gasto iba de acuerdo con lo planeado y la recuperación, aunque lenta, se desarrollaba conforme a lo esperado en una paciente de esa edad.
A los tres días de la cirugía, la asegurada ya estaba en óptimas condiciones, Admisión Hospitalaria ya había hecho tres solicitudes de aumento de suma a la aseguradora y esta última había aceptado sin problemas a través de cartas.
Al quinto día de la estancia hospitalaria, el médico dio el alta a la asegurada, así que los familiares iniciaron el trámite y el hospital pidió el último aumento de suma, que para ese entonces ya había llegado a los ochocientos mil pesos.
La aseguradora tardó en mandar la carta final y, ante la presión del hospital, pidió a este que tuviera paciencia y no dejara salir a la asegurada hasta no contar con el documento. Finalmente, la aseguradora mandó una carta de rechazo con la leyenda “esta carta invalida a las anteriores”, así que Admisión Hospitalaria se comunicó con los familiares a la habitación de la asegurada para comentarles lo sucedido. Entonces, empezó el drama. Nadie sabía el porqué de la respuesta de la aseguradora. Los familiares hablaron con el agente, se molestaron con el hospital y comentaron el problema al médico tratante. Había desesperación y confusión por toda la habitación. Nadie daba una respuesta del porqué.
Solo en el expediente existía una nota del médico internista que valoró el riesgo quirúrgico, la cual mencionaba: “Paciente femenina con diagnóstico de fractura de cadera y antecedentes de Cáncer hace 25 años”.
Dado que el agente no declaró nunca la enfermedad, la compañía canceló la póliza.
