Raúl Carlón Campillo / Director general, Tranquilidad y Proyección tranquilidadyproyeccion@gmail.com
Hablar de la comunidad LGBTTTIQ+ es una tarea polémica y sumamente delicada que exige una exploración profunda de la información para abordar el tema con absoluto respeto y libre de filias o fobias que degeneran casi siempre en virulentas confrontaciones. Las creencias, los atavismos, los fanatismos y las tradiciones familiares o sociales, indiscutiblemente presentes ante este tema, resultan difíciles de controlar y, más aún, de modificar; sin embargo, dicha comunidad ha tenido algunos de sus mayores logros en materia de derechos y conquistas sociales durante el siglo XXI.
En 2006 se promulgó la Ley de Sociedades de Convivencia para garantizar el derecho sucesorio del patrimonio de las parejas del mismo sexo; en 2009 se sumó la aprobación de matrimonios del mismo sexo en la CDMX, y en 2010 se promulgó la igualdad de derechos para las personas de esta población. Debido a estos avances, el país ha visto crecer el número de ciudadanos que se identifican o declaran abiertamente como miembros de la comunidad LGBTTTIQ+, la cual suma hasta ahora alrededor de 8 millones de personas que representan el 6% de la población total.
Como esta comunidad tiene el derecho de contar con pólizas de vida y salud, el sector asegurador revisó de forma profunda los guiones de selección y el argumentario, para suscribir el riesgo de los solicitantes que declaran una preferencia sexual y una identidad de género no tradicionales. En nuestro sector, las conquistas de la comunidad LGBTTTIQ+ están a la vista, pues esta ha logrado acceder a coberturas por fallecimiento, invalidez, accidente, enfermedad, jubilación y retiro en planes tradicionales, sin que haya sido necesario diseñar pro- ductos específicos para sus miembros o segregarlos.
No obstante, en los seguros médicos, se mantiene la premisa básica de “alteraciones de la salud” para excluir procedimientos médicos de cambio de sexo y algunas cirugías estéticas.
Los padecimientos asociados a las prácticas homosexuales, que estigmatizaron a la comunidad LGBTT- TIQ+ desde la década de los ochenta con el contagio del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), ahora son cubiertos por los seguros médicos tras un periodo de espera que se reduce en algunas aseguradoras si el solicitante se practica pruebas de VIH y obtiene un resultado negativo. Esta posibilidad es un logro de dicha comunidad y una muestra de que el sector asegurador aplica la ideología progresista para generar cambios en la cobertura de riesgos.
Ser inclusivo representa mucho más que adoptar un len- guaje o unas conductas determinadas, por lo que nuestro sector ha venido actualizando sus criterios desde hace décadas para hacer extensivo a este segmento de mercado las coberturas que, por derecho humano, todas las personas merecemos. El apetito por asegurar a quien antaño era rechazado por sus preferencias constituye una práctica sana y plausible que contribuye a atender las necesidades de protección de esta gran comunidad. Por razones mercadológicas o de marca, el diseño y la promoción de productos específicos para este segmento son aún discretos y tal vez inexistentes, por lo cual constituyen un reto interesante dentro de una población mayoritariamente inculta que toma a la inclusión como una moda. Si la comunidad LGBTTTIQ+ se interesa por asegurarse y la sociedad se identifica con prácticas inclusivas, tal vez el grueso de la población también adopte la sana costumbre de considerar el seguro como una de sus principales adquisiciones, imitando a los integrantes de este colectivo.
¿Habrá alguna aseguradora que diseñe, registre, promueva y comercialice seguros inclusivos para la comunidad LGBTTTIQ+?
