AJUSTES, DAÑOS Y RC

Probabilidad y reaseguro

Carlos Zamudio Sosa / Claims Manager, México Claims and Risk Management czamudio@mexicoclaims.com

Si alguna vez fuiste a la feria y jugaste a las canicas, con toda certeza terminaste frustrado mientras buscabas el premio más grande, pues las recompensas regularmente son mucho más económicas que el costo de la participación y, en el mejor de los casos, son apenas representativas de la inversión. En los seguros, el asegurado también espera que pagando “un boleto” se amparen riesgos de hasta más de cien veces su valor.

En la forma más usual del juego de canicas, uno tenía seis oportunidades y la expectativa de acertar al uno o al seis en todas las tiradas, pues con 6 o 36 puntos el premio era espectacular. Nosotros no lo sabíamos, pero es casi imposible lograr ese resultado por la disposición de los números, aunque el puntaje nunca será igual a cero. Las combinaciones de los resultados más probables estaban entre el 14 y el 16, luego el 13 o el 17 y así sucesivamente. Si graficáramos los posibles resultados, obtendríamos la Campana de Gauss.

El seguro no es un juego de azar, pero representa probabilidades con reglas claras que indican cómo deben operar las aseguradoras para que, a largo plazo, los posibles resultados dejen un margen de ganancia. Las aseguradoras requieren de un socio que opere con los mismos principios a una escala mucho mayor, para transferir una parte de las combinaciones que terminen en siniestros, como los eventos catastróficos. El sentido común nos dice que la expectativa de daños causados por un fenómeno es mayor cuanto más alta sea la intensidad de este. Con respecto a los eventos de muy alta frecuencia y baja pérdida más probables, como robos, asaltos, pequeños daños, cristalazos y otros que concentran una gran probabilidad y masifican las pérdidas, las aseguradoras también quieren compartir con un socio reasegurador los excesos de pérdidas, transfiriéndole “paquetes” de riesgos, de tal manera que sea bueno para ambas partes si se logra contener lo que se pagará en siniestros contra las primas en el mismo periodo. En la gráfica vemos una representación simple de esas tendencias de pérdida y modalidades del reaseguro.
Las aseguradoras deben llevar modalidades de negocio al socio reasegurador, para que este expresamente indique si desea participar en una u otra modalidad de la “aventura”, suscribiendo uno a uno los contratos con potencial de enormes pérdidas o los paquetes de riesgos similares entre sí, los cuales el socio no quiere ni puede estar revisando de forma individual, por lo cual analiza los grupos de riesgo para meterlos en la misma bolsa.
Guardadas las proporciones con el azar en el juego de las canicas, el reaseguro sería como un magnate que posee la capacidad de poner en todas las ferias del país una instalación de esta modalidad de negocio y tener inversionistas locales que se encarguen de su propio punto de venta y atraigan clientes. De esta manera, tanto el magnate como el inversionista local asumen una parte de la aventura, la cual consiste en el riesgo de que algunos niños les atinen a los premios gordos, distribuyendo así la posibilidad de pérdida en exceso, pues los dos saben que ocasionalmente, en la masividad de la operación, es probable que el evento suceda para alguno o algunos de los participantes, pero resulta casi imposible que ocurra simultáneamente para todos.

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