Raúl Carlón Campillo / Director general, Tranquilidad y Proyección tranquilidadyproyeccion@gmail.com
Dos de las diferencias que existen entre el sector asegurador mexicano y el de los países que superan de manera importante la participación del seguro en sus economías son la forma de evaluar el desempeño de las aseguradoras y la lectura que el público hace de las cifras reportadas.
La premisa central en México es la captación de primas por ramo de aseguramiento, la cual contrasta con la penetración de las coberturas. Por ello, las cifras no satisfacen del todo ni a las autoridades ni a los usuarios ni a los aseguradores, aunque estos últimos analizan lo alcanzado en cómodas instalaciones, con ingresos abundantes y vendedores condecorados.
La premisa en otras latitudes es el importe total de obligaciones contraídas y el nivel de reservas técnicas en administración, lo cual parece ser congruente con la penetración del seguro. No por ello se abandona en aquellos países la práctica de reconocer los resultados comerciales de los intermediarios que, como nuestros paisanos, acuden a eventos internacionales para ser premiados.
La discusión en torno a la brecha de aseguramiento que padecemos en México forma parte de la agenda de temas pendientes cuya urgencia escala ante cada catástrofe agudizada en segmentos amplios de la población. La conciencia del seguro se nulifica al asociar la capacidad de compra con la decisión de asegurarse, a pesar de que los microseguros, las coberturas estandarizadas y los productos indemnizatorios están disponibles en la mayoría de las aseguradoras.
¿Qué lectura da la población a los resultados del sector asegurador en sus países? En aquellos donde la participación del sector es superior a la nuestra, la población interpreta que una empresa con miles de millones suscritos en sumas aseguradas y administrados en reservas técnicas es solvente, por lo cual tiene la capacidad de enfrentar las reclamaciones derivadas de las pérdidas ocurridas y cubiertas en los contratos efectuados con los consumidores.
En México, la población interpreta que el dinero captado de las primas por las aseguradoras las convierte en empresas millonarias que, ante una reclamación, buscan resguardarlo con cláusulas complejas, peritos entrenados para no pagar y asesores enriquecidos a costa de lo desembolsado por los asegurados. La población no observa la solvencia de las aseguradoras, lo que genera desconfianza para tomar un contrato que se fundamenta precisamente en la buena fe.
El dato de que el sector asegurador mexicano es el tercer inversionista institucional más importante del país al aportar billones de pesos es absolutamente desconocido por la población, pero muchas personas desprotegidas saben que las aseguradoras ubicadas en los primeros lugares de captación de primas son empresas millonarias con modernas oficinas en grandes edificios inteligentes y con asesores que lucen tanto su progreso como su éxito económicos en redes sociales. ¿Será que el sector debe revisar su estrategia de comunicación para despertar el interés de la población en asegurarse? Revista Siniestro es un buen ejemplo de la indispensable narrativa que resalta lo que el seguro hace por su titular y no lo que los asegurados hacen por las aseguradoras.
