Esta maestra normalista de profesión tuvo la inquietud de ponerse a trabajar cuando estudiaba su carrera, así que se volvió la asistente de un vendedor de una fábrica de cocinas integrales. Su jefe le propuso dedicarse a las ventas porque tenía cualidades, pero ella decidió terminar su carrera antes, aunque siguió trabajando y se volvió una de las vendedoras más destacadas.
Un día, a la sala de exhibición que se ubicaba en División del Norte, llegó una mujer a comprar una cocina. Parte del trabajo de Rosario era anotar los datos de los clientes e ir a la casa de estos para tomar las medidas. Cuando visitó el hogar de la mujer, esta le preguntó si le gustaría vender seguros y ganar más dinero. Nuestra entrevistada recordó que su jefe le había regalado el libro El vendedor más grande del mundo y que ella había leído un fragmento donde hablaba de un agente de seguros, así que aceptó la invitación. Al siguiente día la llevaron a Seguros Monterrey, donde recibió su primera capacitación. Así fue como Rosario inició en 1985 su amplia trayectoria en seguros, la cual en 2025 sumará cuatro décadas.
En su primer año vendió seguros de vida y presentó el examen para obtener su cédula. Desde entonces ha trabajado para General de Seguros, Seguros Tepeyac y ANA Seguros en todos los ramos. Ahora está jubilada como docente y dedica la mayor parte de su tiempo a atender su cartera, en la cual tiene tanto a clientes que aseguró cuando inició en el sector como a segundas y terceras generaciones, porque la recomendación ha sido su mejor carta de presentación y porque ha sabido combinar su tiempo y trabajo como agente, maestra y mamá.
En la parte personal, el destino le preparó una sorpresa, pues conoció a su esposo en un Centro de Valuación de siniestros ubicado en Naucalpan, donde él trabajaba y donde ella llevó su auto después de sufrir un choque. A pesar de este encuentro mágico y de los frutos de su labor como agente, ningún miembro de su familia muestra interés por dedicarse a este sector. Ella lo entiende porque sabe que, aunque “la carrera de agente es muy bonita”, implica “mucho compromiso y constancia porque hay temporadas buenas y otras malas de mucho estrés”.
Aunque aún no sabe cómo celebrará sus cuatro décadas como agente, Rosario agradece a Dios porque a sus 59 años tiene una memoria privilegiada, pues recuerda nombres, fechas de vencimiento y teléfonos; se orienta muy bien en la calle, sin necesidad de GPS; está entera y fuerte, y posee mucho conocimiento y experiencia. La tecnología no ha sido un obstáculo para ella, pues ha sabido adaptarse al uso de las herramientas para optimizar su tiempo. Rosario afirma: “Hay que ser persistentes y constantes porque nunca dejamos de aprender”.
Sus padres le enseñaron que el trabajo dignifica y se agradece, pues es una forma de sentirnos útiles, obtener ingresos y mejorar nuestra calidad de vida. En la actualidad, Rosario trabaja con ANA Seguros, Mapfre y AXA, atendiendo una cartera más inclinada hacia Daños que a Vida.
