Sector Asegurador

El cambio climático y las islas de calor

Dra. María de los Ángeles Yáñez Acosta Directora de la Maestría en Ciencia de Riesgo, ITAM yanez@itam.mx

Recientemente escuché a nuestra profesora de Riesgos Climáticos decir que, debido al cambio climático, los incrementos de temperatura son mucho más grandes en las islas de calor y que, por ello, es imperante implementar acciones de adaptación. Decidí indagar más en esto y compartir mis hallazgos con ustedes.

Iniciaré por mencionar que los determinantes del clima urbano son el cambio climático global; los efectos contaminantes, como los de los aerosoles y el carbono negro; los factores geográficos, como la latitud y la altitud; los procesos dinámicos, como El Niño o la Niña, y las islas de calor.

De acuerdo con el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, una isla de calor es aquella en la que se dan diferencias entre las temperaturas del aire, la superficie y la subsuperficie de un área urbana en comparación con las de las áreas rurales próximas. Entre los factores que contribuyen a generar islas de calor, elevando la temperatura en las ciudades, están las superficies oscuras con alta conductividad térmica, la escasez de vegetación y áreas verdes, los grandes edificios, la contaminación atmosférica y la actividad industrial.

En las islas de calor, al contrario de lo que ocurre en las áreas naturales, la acumulación de estructuras, edificios y asfalto ocasiona la absorción de más calor y la liberación más lenta de este, lo cual se suma tanto a la contaminación como al calor producidos por el tráfico y la industria. Todo ello eleva de manera significativa la temperatura.

En un estudio publicado en 2017 en la revista Nature Climate Change, se analizaron los efectos del calentamiento urbano en 1692 ciudades que concentran el 50% de la población mundial y producen el 80% del producto interno bruto. Para ello se construyeron las funciones de distribución de los cambios de la temperatura por efecto del cambio climático con y sin islas de calor. Se encontró que la mediana de la distribución global sin considerar islas de calor es de 1 grado centígrado, mientras que la mediana de la distribución considerando las islas de calor es de más de 1.5 grados centígrados. No obstante, si se analizan percentiles mayores, las diferencias son mucho más impactantes, como en el caso de la Ciudad de México donde la intensidad del cambio en la temperatura por la isla de calor es de entre 3 y 4 grados centígrados.

La OMS señala que el incremento de la temperatura tiene efectos en la salud, como quemaduras, deshidratación, agotamiento, mareos, calambres, edemas, golpes de calor, alteraciones cognitivas o del sueño, daños musculares y enfermedades de la piel. Esto es especialmente peligroso para los grupos vulnerables, como los ancianos, los niños y las personas con enfermedades crónicas. Se debe considerar que, cuando se emiten alertas de calor, las muertes y hospitalizaciones provocadas por las temperaturas extremadamente altas ocurren rápidamente durante el mismo día y en los días siguientes, por lo que las medidas de prevención y de atención también deben ser rápidas. No olvidemos que estos riesgos alimentan a otros y generan consecuencias sociales, como emergencias de salud pública y problemas de suministro de agua o alimentos.

¿Qué podemos hacer para mejorar las perspectivas de las islas de calor? Por un lado, están las recomendaciones de desarrollo urbano sostenible que hace la Unidad de las Naciones Unidas para la Prevención de Desastres, como energías renovables, movilidad sostenible, impuestos verdes, barrios ecológicos y corredores verdes. Por otro lado, está la recomendación que hacen los expertos de la UNAM de cambiar al menos el 50% de los techos por techos frescos o verdes y sustituir el pavimento por pavimentos de materiales frescos para mitigar la isla de calor. Esta solución, además de no ser altamente onerosa, tiene efectos inmediatos en las temperaturas. Así que podemos mejorar la perspectiva de nuestra isla de calor impermeabilizando nuestros techos con materiales frescos o invirtiendo en techos o azoteas verdes.

Aún me falta platicarles de lo que aprendí sobre adaptabilidad, pero creo que ya tienen suficiente información para procesar por ahora, así que dejaremos el tema para otro artículo.

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