Arturo Miranda Tapia / Director, Addvalora Global Loss Adjusters México
Este artículo aborda dos dimensiones fundamentales en torno al robo de mercancías: por un lado, la incidencia delictiva en carreteras y zonas urbanas, y por el otro, los desafíos inherentes al proceso de reclamación por siniestros de empresas que contratan seguros para transporte de carga.
Actualmente, persisten discrepancias relevantes entre las cifras reportadas por el sector privado y las fuentes gubernamentales en relación con los robos al autotransporte, los cuales continúan en ascenso y representan una de las amenazas más críticas para la industria logística, las cadenas de suministro y la actividad económica en México. A medida que las organizaciones delictivas perfeccionan sus métodos, las empresas y las autoridades deben fortalecer de manera conjunta sus estrategias de prevención y respuesta.
Mientras que los organismos privados y las cámaras del sector estiman que en 2024 se registraron 15 mil 937 robos a transportistas, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) reporta 9 mil 299 incidentes. Según los primeros datos, hubo un incremento del 13 % con respecto al año anterior, siendo el 87 % de los casos perpetrado con violencia. A nivel estatal, el Estado de México, Puebla, Michoacán, Jalisco, Guanajuato, San Luis Potosí y Veracruz concentran más del 95 % de los delitos reportados, lo que posiciona estas entidades como zonas de alto riesgo operativo para el transporte de carga.
Un caso ilustrativo de la gravedad de la situación es el de una empresa asegurada que reportó un incremento significativo de siniestros y solicitó una inspección de riesgo por la mañana. Al mediodía ya se registraban tres eventos y cuando llegamos ya habían ocurrido cuatro siniestros. El seguro de transporte de mercancías contempla, entre otras coberturas, el robo total —también denominado “robo de bulto por entero”— y el robo parcial. La cobertura por robo total protege al asegurado ante la falta de entrega completa del embarque debido a un robo con violencia o un asalto. En el robo con violencia, se presentan signos visibles de fuerza en los empaques o en la unidad transportadora; en el asalto, se usa la fuerza moral o física contra las personas involucradas.
No obstante, ante el constante incremento de estos delitos, desde hace tres décadas las instituciones aseguradoras en México han establecido condiciones más estrictas para acceder a dichas coberturas. Entre las primeras medidas adoptadas se incluyó la aplicación de deducibles diferenciados según la frecuencia de robos, la exigencia de rutas específicas —por ejemplo, carreteras de cuota entre la Ciudad de México y destinos como Nuevo Laredo, Veracruz, Oaxaca o Culiacán—, y el uso obligatorio de servicios de custodia en tramos críticos.
La evolución de las condiciones de las pólizas ha derivado en un enfoque más proactivo, involucrando al asegurado en la implementación de medidas logísticas de prevención y seguridad. Algunas instituciones aseguradoras han establecido cláusulas obligatorias que condicionan la validez de la cobertura al cumplimiento de medidas específicas. El incumplimiento de estas condiciones puede causar sanciones contractuales, como el incremento del deducible, que va del 50 al 100 %, o el rechazo del siniestro por considerarse que hubo una agravación del riesgo. Entre las garantías más comunes requeridas por las aseguradoras se incluyen:
• Prohibición de publicidad visible en las puertas, cajas o lonas de los vehículos.
• Retiro de estribos en las puertas del camión.
• Uso obligatorio de autopistas de cuota cuando estén disponibles.
• Empleo de vehículos con caja metálica cerrada, salvo excepciones justificadas.
• Definición y cumplimiento de rutas con control de tiempos y horarios, sin desviaciones no autorizadas.
• Prohibición de paradas intermedias en entidades de alta incidencia delictiva, salvo en puntos de entrega.
• Limitación de paradas en lugares que estén iluminados y cuenten con presencia policial pública o privada, tras un máximo de conducción de cuatro horas continuas con previo descanso.
• Uso de sellos o candados de acero en contenedores y remolques.
• Entrega y recepción de mercancías exclusivamente dentro del horario laboral y con programación previa.
• Monitoreo obligatorio en horario nocturno y rutas críticas realizado por empresas especializadas con alertas como geocercas con alarma de desvío, detección de inhibidores de señal (jammer) y alarmas por paradas no autorizadas. • Supervisión continua mediante sistemas GPS con reportes cada 15 minutos y protocolos de reacción coordinados con autoridades.
Estas condiciones reflejan el alto grado de sofisticación requerido en la gestión de riesgos asociados al transporte de mercancías en México, así como la corresponsabilidad creciente entre el asegurado y el asegurador.
Conclusiones
• Las estadísticas evidencian una problemática creciente que compromete la seguridad de las cadenas logísticas.
• El robo al transporte de carga representa una amenaza estructural que requiere acciones integrales y conjuntas de los sectores público y privado, incluyendo a la industria aseguradora.
• La cobertura de robo de transporte ha evolucionado hacia un modelo de corresponsabilidad, pues el cumplimiento de las estrictas condiciones por parte del asegurado es esencial para la viabilidad técnica y financiera del producto.
• Las medidas de prevención exigidas por las aseguradoras son el resultado de un análisis técnico del riesgo, y su aplicación rigurosa no solo protege al asegurado, sino también contribuye a elevar los estándares de seguridad en el sector logístico nacional.
• El diseño de estrategias de gestión de riesgo debe basarse en los datos actualizados, el análisis de zonas de incidencia y el fortalecimiento tecnológico, tanto en monitoreo como en control de rutas, para mitigar las pérdidas y garantizar la continuidad operativa.
