Raúl Carlón Campillo / Director general, Tranquilidad y Proyección tranquilidadyproyeccion@gmail.com
Los eventos recientes de mayor importancia para el sector asegurador mexicano son los cambios de presidencia en la AMIS, el Imesfac y el Conac. Estas organizaciones han sido fundamentales para la historia del seguro en México. Felicitaciones a quienes ahora ocupan las presidencias: el Act. Pedro Pacheco Villagrán en la AMIS, la Mtra. Daniella Gurrea Martínez en el Imesfac y el Act. Mauricio Gabriel Arredondo Fernández en el Conac. Las exitosas trayectorias de estas personalidades concitarán los esfuerzos de un sector que emplea a miles de personas de manera directa y otras tantas más de forma indirecta. Ellos deberán analizar los éxitos del sector asegurador a partir de una métrica que muestre la diferencia entre celebrar un resultado del 13 % en el reciente contexto político-electoral-judicial y asumir la responsabilidad de una brecha de aseguramiento, en la que 8 de cada 10 mexicanos no cuentan con ningún tipo de póliza.
Cuando una persona elige asegurar su vida, salud o patrimonio, el éxito no es visible porque las pérdidas todavía no llegan, aunque están cubiertas por un contrato diseñado para resarcirlas. El éxito se personaliza en el contrato que opera como está descrito, brindando solución económica ante la pérdida. Cuando es necesario litigarlo, el éxito está en el sector que sustenta la procedencia o improcedencia del siniestro con base en el contrato, su marco legal y su marco regulatorio.
El éxito comienza con un ciudadano que anticipa las posibles pérdidas derivadas de una enfermedad, un daño al patrimonio o incluso la muerte. El momento de la compra del seguro suele pasar desapercibido en la mayoría de los casos, pero no así el momento de su uso, el cual casi siempre representa un evento trascendental que queda grabado en la memoria episódica del asegurado y sus beneficiarios. Las cifras presentadas durante la 34.a Convención de Aseguradores de la AMIS revelan una dura realidad: nuestra brecha de aseguramiento en vehículos, inmuebles y personas está en las antípodas de la posición de México como la 12.a economía del mundo y es incluso mayor que la existente en economías más pequeñas. Que las personas no aseguren su patrimonio, salud o vida nos coloca, aseguradores y no aseguradores, en la antesala de pérdidas que todos terminamos pagando.
El impacto de una sociedad poco informada de las bondades del seguro se esparce entre todos los segmentos poblacionales, pero tiene su más dramática versión entre los menos favorecidos. Ante esta situación, reconocer una penetración del 20 % sin celebrarla como un logro nos coloca en el camino indicado para revertir la tendencia y no caer en las interminables polémicas que rodean a los comicios judiciales, los cuales algunos califican como un éxito y otros como un fracaso.
Las propuestas e ideas vertidas en esta Convención son, como siempre, bienvenidas. Aplaudo cada una de ellas. Me declaro dispuesto a colaborar en lo que sea necesario para revertir la sensación de fracaso y fortalecer la ruta hacia el crecimiento y el éxito, el cual solo llegará cuando muchas personas decidan incorporar el seguro dentro de sus más preciadas adquisiciones.
