Dra. María de los Ángeles Yáñez Acosta / Directora de la Maestría en Ciencia de Riesgo, ITAM yanez@itam.mx
La Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento en México (Enasem) es un estudio longitudinal coordinado por el Inegi y la Universidad de Texas. Desde 2001, analiza las condiciones de vida y de salud, el proceso de envejecimiento, el impacto de las enfermedades crónicas, la discapacidad, la mortalidad y otros factores socioeconómicos de la población mexicana de 50 años y más. Uno de los aspectos más interesantes de la Enasem es la evaluación de la funcionalidad de los adultos mayores, la cual analiza a través de los indicadores de prevalencia de las dificultades para realizar actividades básicas de la vida diaria (ABVD) y actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD). Estos indicadores permiten medir el grado de dependencia y la necesidad de apoyo en tareas esenciales y complejas.
Las ABVD incluyen bañarse, vestirse, usar el baño, trasladarse (cama-silla), controlar la vejiga (continencia) y alimentarse, mientras que las AIVD incluyen las acciones que nos dan autonomía dentro de nuestro circulo social, como hacer compras, preparar alimentos, manejar la medicación y administrar el dinero.
Según la Enasem 2021, uno de cada seis adultos mayores experimenta alguna dificultad para realizar tareas básicas, como caminar, ir a la cama o usar el baño de forma autónoma. Los resultados también señalan que existe un incremento en la prevalencia de limitaciones funcionales respecto al levantamiento de 2018. Por ejemplo, en 2018 el 5.8 % de la población de 53 años y más reportó dificultad para usar el excusado, pero este porcentaje se incrementó hasta llegar al 7 % en 2021. De igual forma, el porcentaje que tiene dificultad para hacer compras pasó del 6.3 % al 7.7 % en el mismo periodo.
El incremento en la prevalencia de la dependencia se asocia con una mayor necesidad de cuidados prolongados, los cuales demandan acciones de política pública para enfrentar los costos que generan. No es casualidad que en fechas recientes se anunciara la creación de un Sistema Nacional de Cuidados, que busca tanto visibilizar, profesionalizar y remunerar la labor del cuidador y otros esfuerzos como crear una partida presupuestal para esta, y una plataforma para consultar la disponibilidad de servicios de cuidados y centros de cuidados de día, que permita consolidar de manera progresiva el Sistema Nacional de Cuidados.
Dentro de este marco, la iniciativa lanzada por la Ciudad de México bajo el título “Ciudad que cuida al que cuida” contempla brindar a los cuidadores apoyo económico y acompañamiento integral mediante especialistas y talleristas, reconocer la importancia de su trabajo y contribuir a su formación en esta tarea esencial.
Otra iniciativa que vale la pena resaltar es la emprendida por el IMSS y la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS). En 2024, estos organismos presentaron el estudio “Envejecimiento, cuidados y seguridad social. El programa Centro de Día del IMSS”, que permite identificar buenas prácticas en cuidados dentro de las instituciones de seguridad social, como reducir el trabajo no remunerado de los cuidadores y profesionalizar esta tarea para abrir la posibilidad de generar empleo. La iniciativa del Centro de Día surgió de la mano del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y estuvo en programa piloto durante 2024.
Si bien el esfuerzo se ve incipiente y la labor por desarrollar es titánica, desde mi punto de vista, es un gran avance que por primera vez la presidencia anuncie iniciativas para atender la problemática que conlleva la dependencia, hablando ya de visibilizar, profesionalizar y remunerar el esfuerzo de los cuidadores. El Gobierno Federal enfatiza que se coordina el esfuerzo de 22 dependencias. Esperemos que efectivamente no se trate de esfuerzos aislados y que los involucrados armonicen de forma adecuada para gestionar con eficiencia el Sistema Nacional de Cuidados.
