Estimado lector, llegamos a marzo, ¿cómo estás?, ¿qué tal van las ventas y el cumplimiento de tus sueños? Espero que todo marche de acuerdo con lo que te propusiste y según lo que planeaste. Hoy hablaremos del seguro de hogar o casa habitación, cuyas coberturas ofrecen beneficios maravillosos. Para animarte a ofrecer de forma regular esta protección a tus asegurados, te compartiré el siniestro de uno de mis clientes, quien tuvo una grandiosa experiencia después de un evento muy desagradable y preocupante.
Como en la Perla Tapatía la lluvia es muy fuerte y suele estar acompañada de potentes descargas eléctricas, hace tres años platiqué con mi asegurado sobre los beneficios de la póliza de hogar y logré convencerlo de adquirirla, a pesar de que en ese momento su preocupación era el robo de artículos en tránsito. Recuerda que siempre se debe detectar las necesidades de las personas y colocar las coberturas de la manera más útil para ellas.
En junio de 2021, después de tres renovaciones continuas de dicho producto, una tormenta acompañada de granizo provocó la inundación de varias zonas de Guadalajara. Yo estaba en casa cuando mi muy angustiado y asustado asegurado me llamó para decirme: “¡Ayúdame! Un rayo golpeó el árbol del patio de mi casa y una gran cantidad de ramas ha caído sobre los domos que cubrían la terraza y parte de la sala, rompiéndolos. El agua está metiéndose como un río. Todos los equipos electrónicos se apagaron y la casa huele a quemado. Creo que hubo un cortocircuito. ¡No sé qué hacer!”.
Quiero que te imagines la escena: mi asegurado estaba tan desesperado que quería subirse a la azotea para poner una lona y evitar así que se metiera más agua en el interior de su hogar, donde el piso de madera y los muebles ya estaban anegados. Por fortuna, mi consejo y su sentido común lograron devolverle la calma y evitar que expusiera su integridad física, lo que fue fundamental en ese momento, pues lo material se recupera, pero la vida no.
Aquella noche fue muy triste para esa familia que experimentó el agobiante peso de la incertidumbre y que, gracias a la cobertura de gastos extraordinarios —previo reporte del siniestro—, tuvo el cobijo de un hotel cercano.
Los seguros de hogar son las protecciones más buena onda que existen en México, ya que la gran mayoría —favor de leer tus condiciones generales— es a primer riesgo absoluto, está libre del bajoseguro y no cae en las manos de la cláusula de proporción indemnizable. Además, sus coberturas ofrecen un abanico de opciones para acreditar la propiedad de los bienes: la ideal es la factura de compra, pero si no se dispone de ella se puede presentar la caja original del artículo afectado y si tampoco se cuenta con esta se debe proporcionar evidencia de preexistencia, esto es, el registro fotográfico de los bienes afectados. Esta última opción fue la recomendable para mi asegurado, así que él realizó un video para describir y dejar constancia de cada habitación y bien dentro de la casa.
Al día siguiente, se presentó el ajustador encargado de realizar el primer contacto. Él comprobó que todos los equipos electrodomésticos habían sufrido un cortocircuito y dejado de funcionar debido a la descarga atmosférica. Mientras el ajustador cuantificaba los daños en la duela, los muebles y todo lo afectado por la lluvia que penetró en la casa, varios servidores se encontraban reemplazando los domos y limpiando.
Al segundo día, mi asegurado decidió pasar la noche en casa y tratar de recuperar la cotidianidad poco a poco, pero las condiciones no se lo permitieron, pues nada funcionaba, así que la familia durmió otra noche en el hotel.
Después de la tormenta viene la calma y, en ocasiones, la alegría. Para no hacerte el cuento largo, después del ajuste y la entrega de los documentos, el video de evidencia de preexistencia y los datos bancarios, la aseguradora indemnizó a mi cliente con 680 mil pesos por concepto de pérdida de equipos electrodomésticos y con un monto extra por la duela y los muebles afectados, para que reequipara su casa. Estas indemnizaciones fueron a valor reposición y a primer riesgo absoluto. Una vez que el dinero fue depositado, la familia visitó las tiendas para comprar los bienes que reemplazarían lo perdido. ¿Te imaginas qué grandioso fue sacar la tarjeta a cada rato y no preocuparse por el estado de cuenta?
