Agente, Sector Asegurador

Entre lo popular y lo confiable

Raúl Carlón Campillo / Director general, Tranquilidad y Proyección tranquilidadyproyeccion@gmail.com

A partir de la aparición de las redes sociales y de las posibilidades de estar presente en sitios que todos ven, florece la actividad de personajes interesados en hacerse visibles y ganar popularidad. Con esta práctica se puede saber su agenda diaria: con quién están, qué comen, qué beben, de qué platican, dónde vacacionan, por dónde circulan y, en general, aquello que desean promocionar. De esta manera, convierten su vida privada en pública. Invocando la máxima del respeto juarista, no haré juicios de valor, que evidentemente partirían de mis preferencias personales, pero menciono esta práctica para intentar establecer cómo suelen divergir dos conceptos que deberían converger.

¿Es posible ser confiable a partir de ser popular? La popularidad tiene un buen asidero en la confiabilidad, lo cual implica que, para ser popular, antes se debería ser confiable; sin embargo, es posible ser popular haciendo casi cualquier cosa, incluso algo delictivo, prohibido o grotesco, pues la preferencia de la audiencia asidua a estas actividades vuelve popular al personaje que las realiza. En cambio, intentar ser popular partiendo de ser confiable exige conductas y evidencias que en ocasiones son difíciles de empatar. En el sector asegurador podemos encontrar miles de ejemplos de esto. Una industria que a diario paga compromisos equivalentes a alrededor de 1 400 millones de pesos en indemnizaciones debería ser muy confiable y popular al menos para quienes reciben el pago. Si además consideramos que esta industria cuenta con más de 100 empresas autorizadas, rebasa las dos centurias de permanencia exitosa en México y acumula 2.13 billones de pesos en reservas técnicas que representan el 2.6 % del PIB nacional, sin duda debería ser absolutamente confiable y contundentemente popular al menos para los más de 70 mil intermediarios que trabajan en ella.

No obstante, en las redes sociales abundan personajes que buscan popularidad denostándola, por lo cual atizan la percepción de que las aseguradoras no pagan, son tramposas y recurren a “letras chiquitas” —que desaparecieron de los contratos hace décadas— o trampas escondidas en textos incomprensibles para un ciudadano común. Lo peor es que algunos de estos personajes —pueden ser políticos, profesionistas o personas poco informadas, que buscan popularidad vistiéndose de paladines de los incautos que caen en las garras de una aseguradora— alcanzan miles de seguidores y vistas con los videos que refuerzan la desconfianza de la población desprotegida en un sector basado en la buena fe.

Es preciso combatir la desinformación que tales personajes propagan en las redes sociales, utilizando las mismas plataformas para difundir confianza. Un agente de seguros debe ser confiable por definición y, al mismo tiempo, aspirar a ser popular. La confiabilidad recorre un camino largo y sinuoso hacia la popularidad, mientras que la popularidad se desplaza por un sendero fácil y corto que suele sacrificar lo esencial: la confiabilidad.

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