Agente, Sector Asegurador

El foco del seguro

Raúl Carlón Campillo / Director general, Tranquilidad y Proyección tranquilidadyproyeccion@gmail.com

Las catástrofes naturales recientes, derivadas de las lluvias torrenciales que provocan deslaves de tierra, inundaciones y desbordamiento tanto de presas como de cuerpos de agua, han dejado evidencias inequívocas de que el riesgo debe estar en el centro de un seguro cuando alguien decide tomarlo. Las discusiones sobre las supuestas ventajas del precio quedan reducidas al olvido cuando las pérdidas llegan y es preciso activar la cobertura contratada para mitigarlas.

En riesgos derivados de la acción humana, la realidad no es distinta. El siniestro del vehículo pesado que provocó una explosión de gas al volcarse en Iztapalapa exhibe el alcance de la impericia o la imprudencia de quien ostenta la propiedad de la distribuidora de gas y es responsable de las posibles fallas de mantenimiento de esa clase de vehículos, pero también exhibe las condiciones de la vialidad y los riesgos que representan los asentamientos de indigentes, comerciantes y paradas de transporte público en zonas peligrosas. El operador responsable del percance quizá nunca imaginó lo que generaría una imprudencia en la conducción de semejante vehículo, como quizá tampoco previeron esta calamidad ni la empresa que permite la circulación de estas unidades ni la autoridad que abandona las vialidades al no darles el mantenimiento adecuado. Ante semejante desgracia, surge la noticia esperada: “la empresa sí cuenta con seguros”. Estos contratos serán el soporte para pagar las millonarias indemnizaciones que enfrentará la distribuidora de gas ante el cúmulo de daños ocasionados a los bienes y personas de terceros, incluyendo las lesiones y la muerte de las víctimas. A partir de esa noticia, las aseguradoras y los contratos quedarán en el centro de la tragedia, pero esto no reduce o elimina las responsabilidades de la empresa, el conductor y las autoridades involucradas en tan lamentable suceso.

Precisamente en momentos así los montos pagados bajo el concepto de primas quedan en el olvido. En su lugar, la atención de los asegurados, las autoridades, los terceros, los reporteros y el público en general se centra en la cantidad que se pagará como indemnización. De esta forma, los contratos y las aseguradoras adquieren el protagonismo en medio de la tragedia y asumen el riesgo de ser fustigadas si las coberturas resultan insuficientes o si las condiciones de contratación contemplan alguna exclusión que genere un rechazo o una limitación en el pago de los daños.

Con todo lo anterior confirmo que el seguro siempre debe tener como prioridad las pérdidas que pueden ocurrir, no el precio que debe pagarse por contratarlo. El seguro fue inventado para todos aquellos que no pueden afrontar sus pérdidas con recursos propios, además de para aquellos que sí pueden pagar primas millonarias. Si alguien no puede pagar el importe de las primas, los riesgos que corre están por encima de su capacidad para afrontarlos, así que debe reducirlos o, de ser posible, eliminar la fuente que los produce.

El foco del seguro está en las pérdidas, por lo que evaluarlas de acuerdo con los riesgos que se corren es el primer paso para lograr que las personas tomen consciencia de ellas y actúen en consecuencia, asegurándose de manera correcta.

Deja un comentario