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Elementos

Carlos Zamudio Sosa / Claims Manager, México Claims and Risk Management czamudio@mexicoclaims.com

Me gusta buscar y encontrar inspiración en analogías y fuentes diversas para contrastar mi conocimiento. Con los años, mis puntos de vista han gravitado en torno al análisis literal de los contratos y la interpretación armónica de sus textos hasta dar un salto casi cuántico para darle un sentido bajo el principio de los derechos humanos. En mi fascinación por las matemáticas —que no implica habilidad o dominio— concluí que el entendimiento del mundo parte de principios que parecen simples. Aquí es donde traigo a la conversación la obra Elementos, escrita por Euclides, quien hace 24 siglos introdujo 23 definiciones y 5 postulados para recopilar todo el conocimiento matemático de su época y dar así sentido tanto a la geometría como a la teoría de números, pues las conclusiones de los teoremas que lograsen superar sus principios deberían ser ciertas.

El primero de los trece libros de esa obra inicia con un capítulo de Definiciones, como deberían comenzar nuestros contratos de seguros. Las matemáticas permanecieron inalterables durante 23 siglos porque se dio por sentado sus principios, basados en la definición del punto y en diversos conceptos, por ejemplo: una línea vive entre dos puntos y puede ser infinita; habiendo un punto y una línea definida se puede trazar un radio; los ángulos rectos son iguales entre sí, y los ángulos interiores de un triángulo siempre suman 180°. En la adolescencia, mi gran choque fue conocer que este último supuesto solo es válido en la geometría plana, pues los principios cambian cuando el espacio es curvo, así que la suma de los ángulos interiores de un triángulo puede ser mayor o menor a 180°, dependiendo de si estamos ante un espacio redondo o uno hiperbólico, donde las líneas parecen rectas en cierta escala, aunque son geodésicas. Hoy se reconocen once dimensiones, de las cuales solo percibimos cuatro: largo, ancho, alto y tiempo.

Así como las matemáticas evolucionaron, el seguro también se está transformando. Cuando el sistema de referencia cambia, los presupuestos se alteran y dejan de ser un principio inalterable. Hoy se acusa a los tribunales de tener una tendencia pro asegurado en sus resoluciones, pero el hecho es que las bases de interpretación judicial se están afinando, pues así funcionan las ciencias jurídicas, económicas y sociales, solo por mencionar algunas. Hoy es válido aceptar que muchas definiciones en seguros están siendo sustituidas por otras que perfeccionan o transforman sus principios, como los de prescripción, límite de responsabilidad asegurada, carga de la prueba, efectos de la reticencia, conocimiento del asegurado y muchos otros que es inviable enunciar aquí.

Estamos ante una evolución de los principios en la interpretación de los seguros, que obliga a las aseguradoras a perfeccionar sus contratos, tornándolos cada vez más complejos y extensos y, por tanto, menos asequibles para el consumidor medio, lo que produce el efecto de que, impulsado por unos excelentes planteamientos, el juzgador se convenza de que debe proteger aún más al reclamante ante la asimetría de las partes. Estamos frente a otra geometría.

Este cambio de paradigma está impactando el sector asegurador y, por ende, la reinterpretación de los principios básicos de los seguros, por lo que las aseguradoras deben adoptar nuevas fórmulas que den a sus matemáticos (los actuarios) y sus usuarios las capacidades para convivir en una novedosa dimensión.

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