N. Ulises Flores Urquiza V. / Director, Leben Life Agente de Seguros y Fianzas
La economía global y la mexicana avanzan a un ritmo cada vez más acelerado. Los cambios tecnológicos, las tensiones geopolíticas y la volatilidad de los mercados han modificado de forma profunda el entorno financiero. En México, los indicadores recientes reflejan esta dinámica: durante la primera mitad de 2025, el PIB creció un 1.8 % y superó así las expectativas de recesión; sin embargo, se anticipó para el cierre del año un crecimiento más moderado, cercano al 0.5 %, y para 2026 una recuperación gradual de hasta un 1.3 %.
Este menor dinamismo se explica por una combinación de factores estructurales. La incertidumbre comercial con Estados Unidos, el déficit presupuestal del 4.9 % del PIB en 2024 y las presiones inflacionarias persistentes continúan afectando el desempeño económico. Aunque la inflación general se moderó a un 3.57 % anual en octubre de 2025, la inflación subyacente se mantuvo en un 4.28 %, su nivel más alto desde abril de 2024, lo cual confirma que el costo de la vida sigue aumentando por encima de lo deseable.
El sector asegurador mexicano no ha evolucionado al mismo ritmo que la economía real. A pesar de ser una industria resiliente y tener perspectivas de crecimiento supe- riores al PIB, muchas compañías continúan promoviendo planes de ahorro y seguros de vida con rendimientos fijos o con ajustes apenas ligados a la inflación oficial. Estos productos están diseñados para una realidad de menor volatilidad y hoy resultan insuficientes.
El desfase se vuelve más evidente al analizar la “inflación social”: el aumento acelerado en los costos de siniestros y reclamaciones. El ramo automotriz es un ejemplo claro: en los últimos seis años, el costo de los seguros ha aumentado alrededor de un 69 %, superando ampliamente la inflación acumulada del 32.9 %, y el precio de los automóviles se ha más que duplicado, pues se registran incrementos superiores al 110 %. Esta presión de los costos rara vez se refleja de forma proporcional en las coberturas contratadas.
El rezago tiene consecuencias importantes. Los planes de ahorro y los seguros de vida que no crecen al ritmo de la inflación real corren el riesgo de volverse insuficientes en el futuro. Coberturas que hoy parecen adecuadas podrían resultar claramente limitadas cuando más se necesiten, debilitando la protección patrimonial de las familias.
Ante un mercado cada vez más complejo, la innovación ya no es una opción, sino una necesidad. Las aseguradoras deben avanzar hacia productos indexados, variables o híbridos, que incorporen mecanismos de ajuste automático y protejan el poder adquisitivo a largo plazo. Solo así el sector cumplirá su propósito fundamental y se alineará con la realidad económica que hoy enfrentan los mexicanos.
